Mosaico de las Metamorfosis

Mosaico de las Metamorfosis

domingo, 2 de octubre de 2016

Amimone, ninfa de las fuentes

Neptuno y Amimone, Mosaico de las Metamorfosis, Villa romana de Carranque, Toledo

El mosaico muestra a Eros, el amor, que monta sobre un caballo, símbolo de Neptuno y se acerca a Amimone, que se apoya sobre un cántaro del que mana agua, representación que evoca normalmente a una fuente o rio.

Desde muy antiguo, el mundo de lo sagrado y lo religioso halló en el agua un motivo de veneración, sobre todo, en las zonas donde el agua era escasa. Los hombres dotaron a sus manantiales y a sus cursos de agua de culto con rituales propios.

Las ninfas eran espíritus divinos que personificaban elementos de la naturaleza llenos de vida como fuentes y árboles. Los sentimientos que el hombre mostraba al contemplar la naturaleza se atribuían a la influencia de algunas de ellas. Se relacionaban con dioses superiores como Apolo, Artemisa (Diana), Pan y los Sátiros, junto a los que participaban en celebraciones de origen báquico. Se representaban en obras de arte como hermosas doncellas desnudas o semidesnudas, que aman, cantan y bailan.



Ninfas y sátiro, pintura de William- Adolphe Bouguereau

“El espectáculo de esos lugares no sólo alegra a los hombres: no me cuesta creer que los Sátiros montaraces y las Náyades de ojos verdes, acuden aquí, a estas apartadas orillas, cuando la alegre audacia incita a los Panes de patas de cabra y saltan por los vados y asustan a sus miedosas hermanas en el río, golpeando el agua con movimientos desordenados. Además, con frecuencia, la fluvial Panope, que ha robado de la ladera de las colinas unas uvas, huye entre sus amigas, las Oréades, de los lascivos Faunos, divinidades campestres. Y se dice que, cuando el ardiente Sol se detiene en el centro de la bóveda celeste, los Sátiros y sus cristalinas hermanas celebran en las aguas comunes bailes fraternales, al tiempo que la calina ardorosa ha ofrecido unas horas de reposo, que no propician el encuentro de la gente: entonces, jugando entre burlas a lo largo de sus aguas, las Ninfas sumergen a los Sátiros en los vados y escapan a las manos de esos nadadores inexpertos que buscan, con engaño, sus escurridizos  miembros y abrazan en vez de cuerpos las líquidas aguas.” (Ausonio, Mosela, 5)

Las náyades eran ninfas de agua dulce, dotadas de gran longevidad, pero mortales. La esencia de una náyade estaba vinculada a su masa de agua, de forma que, si ésta se secaba, ella moría.
Todas las fuentes y manantiales célebres tenían su náyade o su grupo de náyades, llamadas habitualmente Creneas, normalmente consideradas hermanas, hijas del dios-rio de la región en la que
habitaban, y con su leyenda propia.

La diosa Yuturna, por ejemplo, era una divinidad latina de las aguas, especialmente de las fuentes y de los ríos a la que en el foro romano se le dedicó una fuente sagrada a la que atribuyeron propiedades curativas. El dios Jano era padre de fuentes, ríos y manantiales, Tiberino era el dios del río Tiber y Fontinalis protegía las fuentes urbanas. El dios más antiguo fue Fons y su fiesta, las Fontinalia, aún se celebraba en época imperial el 13 de octubre y en ese día se honraba a las fuentes en general.


Mosaico con Neptuno y Amimone, Paphos, Chipre

En el mito de Amimone se narra que el dios (Poseidón), irritado por haber perdido ante la diosa Hera el patronazgo de Argos, provocó que las fuentes de la Argólida se secasen. Por ello las Danaides – hijas del rey Dánao, que era el gobernante de la región, tuvieron que partir con sus cántaros a buscar agua.

“Pero estando el país falto de agua, porque Posidón irritado con Ínaco había desecado las fuentes por haber testimoniado éste que la región pertenecía a Hera, Dánao envió a sus hijas a buscar agua. Una de ellas, Amimone, mientras buscaba agua disparó un dardo sobre un ciervo y alcanzó a un sátiro que dormía; se despertó y deseó yacer con ella. Entonces se apareció Poseidón y el sátiro huyó, y Amimone se unió con él; por ello Posidón le reveló las fuentes de Lerna.” (Apolodoro, II)


Lekythos, Poseidón y Amimone,
Museo Metropolitan, NY
Ya en el siglo V a. C. aparece en las pinturas de los vasos griegos la escena de Poseidón con el tridente, con el que golpea la roca de la que manará el agua de la fuente recién nacida, junto a Amimone con un cántaro.

 Otras versiones griegas y latinas proporcionan alternativas al mito aún con los mismos protagonistas, como en los Diálogos Marinos, de Luciano de Samosata.

Tritón. — Hasta Lerna se acerca, Poseidón, cada día a buscar agua una muchacha que es una preciosidad. No sé yo si he visto a una chica más guapa.
Poseidón. — ¿Te refieres, Tritón, a una muchacha libre o a una criada que va a por agua?
Tritón. — ¡Qué va! Es hija del famoso Egipto, una de las cincuenta; se llama Amimone; me informé de cómo se llamaba y de su linaje. Dánao es sumamente estricto con
sus hijas y les enseña a valerse por sí mismas y las envía a sacar agua del pozo y las educa para que no sean unos pasmarotes.
Poseidón. — ¿Y acude aquí ella sola tras hacer un trayecto tan largo desde Argos a Lerna?
Tritón.Ella sola; Argos es tierra sedienta, como sabes, así que no hay más remedio que ir por agua.
Poseidón.Me has alterado, Tritón, al hablarme de la muchacha, así que vamos hasta ella.
Tritón. — Vayamos. Es ya el momento de ir por agua; ya casi está a mitad de camino en dirección a Lerna.
Poseidón. — Pues venga, engancha el carro; como se tarda bastante en enganchar los caballos a la gamella y en preparar el carro, tráeme mejor un delfín de los veloces, que a lomo suyo cabalgaré muy rápidamente.
Tritón.Ahí tienes este delfín, el más veloz.
Poseidón. — Estupendo, vayámonos. Tú ve nadando a mi lado, Tritón. Y ahora que ya estamos en Lerna yo me voy a poner aquí al acecho, tú observa y cuando notes que se acerca...
Tritón. — Ahí la tienes, ya se acerca.
Poseidón. — Qué chica tan guapa y tan hermosa. Pero... tendremos que secuestrarla.
Amimone. — ¡Eh, hombre!, ¿dónde me llevas raptada? Eres uno de esos mercaderes de esclavas y me parece que te ha enviado mi tío Egipto. Así que voy a llamar a voces a mi padre.
Tritón. — Calla, Amimone, que es Poseidón.
Amimone. — ¿A santo de qué citas a Poseidón? ¿Por qué intentas forzarme, hombre, y me arrastras al mar? Pobre de mí, si caigo al agua, me ahogaré.
Poseidón. — Tranquila, que no te va a pasar nada malo, antes bien, golpeando la roca con mi tridente haré brotar una fuente que lleve tu nombre. Y tú serás feliz y la única de tus hermanas que no tendrá que ir por agua después de muerta. (VIII, Tritón y Poseidón)



Fresco Neptuno y Amimone, Villa de Carmiano, Stabbia, Itlaia

Eran a menudo el objeto de cultos locales arcaicos, adoradas como esenciales para la fertilidad y la vida humana. Los jóvenes que alcanzaban la mayoría de edad dedicaban sus mechones infantiles a la náyade del manantial local. Con frecuencia se atribuía a las náyades virtudes curativas: los enfermos bebían el agua al que estaban asociadas o bien, más raramente, se bañaban en ellas. Era éste el caso de Lerna, donde también se ahogaba ritualmente a animales. Los oráculos podían localizarse junto a antiguas fuentes.
Las náyades también podían ser peligrosas. En ocasiones, bañarse en sus aguas se consideraba un sacrilegio y las náyades tomaban represalias contra el ofensor. Verlas también podía ser motivo de castigo, lo que normalmente acarreaba como castigo la locura del infortunado testigo.

“Junto al agua caudal de esta fuente a mí, Pan, el de patas
de cabra, con las ninfas Simón me ha colocado.
Y la causa hela aquí: está a tu alcance el beber cuanto quieras
de la fuente y meter en ella vasijas,
mas no puedes lavarte los pies con el don cristalino
de las ninfas so pena de sufrir mis ataques.
Y, si no, que prestarte tendrás sin excusa ninguna
a que yo te penetre; tal es de Pan la norma.
Ahora bien, si de intento lo hicieres porque ello te agrade,
hay también otro método: romperte la cabeza.” (Antología Palatina, 525)

La figura de Pan, guardiana de una fuente junto con otras de unas ninfas, amenaza a los viandantes si se bañan en ella, aunque sí pueden beber sus aguas.

Desde antiguo, el mundo de lo sagrado y lo religioso halló en el agua un estímulo importante para la veneración. Debido a la dependencia del agua, los hombres dotaron de personalidad diferente a sus manantiales y a sus cursos de agua. Es el caso de los ríos sagrados y las fuentes santas, con un culto y caracteres rituales propios.



Mosaico con la imagen de la fuente Castalia

 En Grecia la fuente de Castalia es citada como un lugar relacionado directamente con Apolo y su oráculo, y que servía para la purificación ritual tanto de las pitias, como de los otros sirvientes del oráculo, que se lavaban sus cabellos con sus aguas, como del propio templo de Apolo, sobre el que se vertían gotas de agua para humedecerlo. También se purificaban en la fuente los que venían a consultar el oráculo, y se consideraba que su agua favorecía la inspiración de los poetas.
Pausanias debió ver una fuente helenística o romana con hornacinas cavadas en la roca para recibir los regalos votivos y que estaba situada unos 50 metros más arriba de la fuente arcaica, ambas alimentadas por un manantial sagrado.

“Subiendo del gimnasio por el camino que va al santuario está a la derecha del camino el agua de la Castalia y agradable de beber. Unos dicen que el nombre se lo dio a la fuente una mujer del lugar, y otros un hombre llamado Castalio. Pero Paniasis, hijo de Poliarco, que escribió una epopeya relativa a Heracles, dice que Castalia fue una hija de Aqueloo. Efectivamente dice acerca de Heracles:

El nevado Parnaso con sus veloces pies cruzando
llegó al agua inmortal de Castalia, hija del Aqueloo.

También he oído que el agua es un regalo del río Cefiso a Castalia. Esto dice también Alceo en su himno a Apolo; y lo confirman sobre todo los lileos, que arrojan en la fuente del Cefiso en ciertos días pasteles del lugar y otras cosas dictadas por el uso, y dicen que aparecen de nuevo en Castalia. (Pausanias, Descripción de Grecia, X)


Fuente arcaica Castalia, Delfos, Grecia, foto de Rolling hills

Se erigían pozos o fuentes en los caminos y en las villas romanas aprovechando veneros naturales en las que se colocaban figuras de los dioses a los que se consagraban sus aguas. A ellos se hacían súplicas y se les dejaban ofrendas.

“A vosotras, las ninfas que el agua caudal de esta fuente
desde lo alto del monte derramáis, joh, náyades!,
las figuras consagra y de dos jabalíes los morros
hirsutos Damóstrato, que de Antilao es hijo.”(Antología Palatina, 188)

En época romana, el culto a estas divinidades, con el fin de dar cumplimiento a un voto o librarse de algún mal, formaba parte de un proceso en el que se cumplían unos ritos que incluían la edificación de un pequeño altar con una dedicatoria. Pero si el dedicante no era capaz de sufragar los gastos de fabricación y cumplir con los ritos como signo de agradecimiento hacia la divinidad, le podría resultar más fácil ofrecer alguna moneda o stips. Este era el término utilizado por los romanos para denominar a estas ofrendas, es decir, eran las monedas de bronce de poco valor que se acostumbraba a entregar como donativo o limosna. No todas las ofrendas que se hacían eran stipes, es decir, monedas de bronce de poco valor, como ases o dupondios, sino que se arrojaban sestercios y monedas de plata y oro, como denarios, áureos o sólidos.


Estela dedicada a las fuentes, Museo de Bérgamo, foto de Luca Giarelli

Las divinidades más favorecidas con estas ofrendas monetarias fueron las Ninfas y las aguas que más beneficios causaron o por las que se sintieron más agradecidos los visitantes fueron las de aguas sulfuradas-cálcicas, es decir, las que se recomiendan principalmente para los problemas de dermatosis, neurosis y catarros crónicos de las vías respiratorias.

"Has visto alguna vez la fuente del Clitumno? Si no las has visto allí (y pienso que aún no, de otro modo me hubieses comentado), hazlo; yo las he visto hace muy poco, y lamento profundamente la tardanza. Se levanta una pequeña colina, cubierta con un umbroso bosque de viejos cipreses.  Al pie de esta brota una fuente que se expande en diversos brazos de diferente tamaño, y una vez superado el remolino que forma, se abre en un amplio estanque, tan transparente y cristalino, que podrías contar las monedas que han sido arrojadas y los cantos rodados que brillan en el fondo.” (Plinio, Epis. VIII, 8)

Las ninfas griegas poblaban las aguas y los bosques y eran expertas en la danza y su actuación era generalmente favorable tanto para con los dioses como para con los mortales y, mantenían relaciones amorosas con dioses, y con humanos a quienes daban incluso hijos mortales.



Mosaico de Pegaso y fuente, Villa de Almenara-Puras, Valladolid

Pirene, ninfa hija del dios-río Aqueloo, fue amante de Poseidón, con el que tuvo dos hijos. Cuando se enteró de que la diosa Artemisa había matado accidentalmente a su hijo Cencrias, Pirene se deshizo en tal cantidad de lágrimas que con ellas se formó la fuente que lleva su nombre, que estaba dedicada a las musas y en la que bebía el caballo alado Pegaso cuando Belerofonte lo capturó y amaestró. Sin embargo, Ovidio la hace surgir a partir de una patada del divino caballo.

"Palas: Me han contado la historia de una fuente que Pegaso con su dura pata hizo salir de esta montaña. Las maravillas que de ella me han contado me han hecho venir hasta aquí. Como yo estaba presente cuando Pegaso nació de la sangre de Medusa, ahora quiero ver si es cierto el prodigio de la admirable fuente.
Musas: Cualquiera que sea el motivo de tu llegada, ¡oh diosa!, nos sentimos venturosas de tu presencia. Es cierto que fue Pegaso quien ha hecho brotar estas aguas de que hablas.
Condujo una de las Musas a la diosa hacia la fuente, quedándose por largo tiempo admirada. Visitó los antros y las cuevas, viéndose por todas partes gran cantidad de flores mezcladas con la hierba del prado." (Metamorfosis, V, 2)

También los mortales podían sufrir la metamorfosis por la cual se convertían en fuentes. Las lágrimas derramadas por la pena los acababan transformando en manantiales.
Ovidio cuenta la leyenda de Biblis, una joven que fue víctima de un amor prohibido hacia Cauno, su hermano gemelo. El poeta latino describe el proceso que atraviesa la protagonista de la leyenda hasta que por un ensueño erótico descubre la verdad de sus sentimientos, que cree provienen del amor fraterno.

 
Pintura de John William Godward


Al principio Biblis se resiste a aceptar las sensaciones que experimenta, pero finalmente decide declarar su amor a Cauno por medio de unas tablillas. El joven rechaza esta relación, y   huye de Mileto, su patria. Biblis, muy triste, vaga por campos y ciudades; y a pesar de la ayuda que le ofrecen las Ninfas para terminar con su desesperación, la tierra se humedece con su llanto y la joven acaba transformándose en la fuente que recibió su nombre.

“Muchas veces a ella las ninfas con sus tiernos brazos, las Lelégides,
levantarla intentaron, muchas veces de que remedie su amor
la aperciben y allegan consuelos a su sorda mente.
Muda yace, y verdes hierbas retiene en sus uñas
Biblis y humedece las gramas con el río de sus lágrimas.
Las Naides a ellas una vena que nunca secarse pudiera
dicen que debajo le pusieron. Pues ¿qué más grande que darle habían?
En seguida, como de la cortada corteza de una pícea las gotas,
o como tenaz de la grávida tierra mana el betún,
y como al adviento del favonio, que sopla lene,
con el sol se ablanda de nuevo la onda que el frío detuvo,
así de sus lágrimas consumida la Febeia Biblis
se torna en manantial, el cual ahora todavía en los valles aquellos
el nombre tiene de su dueña, y bajo una negra encina mana.” (Metamorfosis IX, 652)

El elemento religioso está presente en los jardines romanos con el culto a diferentes fuerzas de la naturaleza. El agua juega un papel esencial como símbolo de la naturaleza fértil y de purificación, además de ser un elemento decorativo fundamental en la domus. La creación artificial de ninfeos o la construcción de estanques y canales y la representación escultórica de escenas mitológicas pretenden evocar las fuentes naturales y los ríos a los que se rinde culto por todo el imperio.
El ninfeo era un monumento consagrado a las ninfas, especialmente a las de las fuentes. Originalmente estos monumentos fueron grutas naturales, que se consideraban tradicionalmente el hogar de la ninfa local.

  
Fuente de jardín, Pompeya

Estos ninfeos se pusieron muy de moda en Roma y se sabe que la piedra pómez se utilizaba en los jardines y triclinios de verano de las grandes villas para hacer grutas artificiales. Estas fuentes ornamentales se adornaban con mosaicos de vivos colores, con conchas marinas y representaciones de divinidades acuáticas.

Acerca de la propia quinta nada puedo decirte con precisión: pues solo conozco la fachada y los exteriores, visibles incluso para los transeúntes. Cuenta con dos grutas de ambiciosa estructura, iguales en dimensión a cualquier atrio espacioso, construidas a mano, de las que una no recibe el sol, la otra lo conserva hasta el ocaso. Un riachuelo cruza, por en medio un bosque de plátanos, a modo de canal, que desagua de un lado en el mar y de otro en el lago Aquerusio, siendo suficiente para producir peces, por más que frecuentemente se le vacíe. Pero, cuando el mar está abierto, se le reserva; en cambio, si el mal tiempo brinda vacación a los pescadores, basta alargar la mano al criadero. (Séneca, Epis. LV)



Ninfeo monumental, Villa Quintilios, Roma

Durante los primeros tiempos del cristianismo se mantenían el culto a estas divinidades de la naturaleza, sobre todo, en el ámbito rural, lo que era fuertemente criticado por algunos autores de la nueva fe que veían todos los símbolos paganos como obras del mal.

"He aquí cuales fueron en aquel tiempo estos hombres depravados los cuales, a causa de sus pésimas invenciones, dan culto los rústicos ignorantes Los demonios se apropiaron sus nombres, como nombres de dioses, a fin honrarles como a tales, ofrecerles sacrificios, e imitar sus acciones, cuyos nombres invocaban.
Los demonios les persuadieron también a que les edificasen templos, que colocasen en ellos imágenes o estatuas de hombres facinerosos, y les levantasen altares en los cuales no sólo derramasen sangre de animales sino también de hombres. Además de todas estas cosas, muchos de estos demonios, que fueron expulsados del cielo, presiden o en el mar, o en los ríos, o en las fuentes, o en bosques, a los cuales los hombres igualmente ignorantes que no conocen a Dios los honran como a Dios y les ofrecen sacrificios.
En el mar lo llaman Neptuno, en los ríos, Lamias; en las fuentes, Ninfas en los bosques, Dianas; todas estas cosas no son más que demonios malignos y espíritus malos que pervierten a los hombres infieles que no saben protegerse con el signo de la cruz." (Martín de Braga, De correctione rusticorum, 8)

En los alrededores de las ciudades se edificaban fuentes públicas que se convertían en lugares de celebración de ritos, como el de purificación antes de entrar en la ciudad, y que evocaban antecedentes en la que se mezclaban distintos mitos y leyendas, como la de la fuente-ninfeo de Egeria, junto a la Puerta Capena en Roma.

“Corre desde allí un riachuelo pedregoso con murmullo inseguro. Yo he bebido muchas veces de él, pero a pequeños sorbos. La que ofrece el agua es Egeria, diosa grata a las Camenas. Ella era la esposa y consejera de Numa.” (Ovidio, Fastos, III)


Fuente de Egeria, Parque de la Caffarella, Roma

De las distintas versiones que existen sobre el origen de esta fuente se puede conocer que Numa, rey de Roma, tuvo como esposa a la ninfa Egeria, que le sirvió como consejera, y que una vez muerto el esposo su desconsuelo fue tal que la diosa Diana, conmovida por sus lágrimas, la convirtió en fuente.

“Con el alma formada por tales enseñanzas y otras más dicen que
Volvió Numa, y, habiéndosele requerido para ello, tomó las riendas
Del pueblo del Lacio. Y, disfrutando de tener por esposa a una ninfa
Y por inspiradoras a las camenas, dio a conocer los ritos del culto divino,
Y a aquella población habituada a la guerra salvaje la hizo pasar
A la civilización de la paz. Cuando, anciano ya, terminó su reinado y
Su vida, las damas latinas y el pueblo y los padres lloraron la muerte
De Numa; en cuanto a su esposa, abandonando la ciudad, se esconde
Y oculta en las densas selvas del valle de Aricia y con sus gemidos y
Lamentos estorba los cultos de la orestea Diana. ¡Ah, cuántas veces
Las ninfas del bosque y del lago le aconsejaron que no lo hiciera y le
dijeron palabras de consuelo! ¡cuántas veces mientras ella lloraba le
dijo el héroe hijo de Teseo: “Acaba ya, que tampoco es tu desgracia
la única que hay que lamentar; considera parejas desventuras de
otros: soportarás lo tuyo con más mansedumbre, y ojalá mi ejemplo
no pudiera aliviar tu dolor, pero también el mío puede hacerlo.

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Pero las calamidades ajenas no son capaces de aliviar la aflicción
De Egeria: y tendida en la parte más baja de la falda de un monte se
deshace en lágrimas hasta que la hermana de Febo, impresionada por
la piedad de la apenada, hizo de su cuerpo una helada fuente y
adelgazó sus miembros hasta convertirlos en inagotables aguas.” (Ovidio, Metamorfosis, XV) 

Las fuentes y cursos de agua eran considerados lugares de unión entre el mundo terrenal y el inframundo por lo que en ellos se celebraban rituales mágicos y se depositaban tablillas de maldiciones y objetos relacionados con la magia que ayudara a los suplicantes a obtener ayuda de los dioses subterráneos para conseguir sus propósitos, amor, venganza o posición social.


Mosaico de Neptuno y Amimone, Museo de Charnia, Creta

Bibliografía

revistaseug.ugr.es/index.php/florentia/article/viewFile/4217/4139; De diosas, ninfas y hadas (a propósito de Egeria); María Luisa PICKLESIMER
https://revistas.ucm.es/index.php/CFCA/article/viewFile/CFCA7272120193A/35000; EL ENSUEÑO DE BIBLIS: OVIDIO Y APOLONIO; Pilar Saquero Suárez-Somonte
https://www.academia.edu/20160187/El_agua_en_la_villa_entre_la_funcionalidad_y_la_banalización_en_los_casos_de_las_villas_del_Pla_de_lHorta_y_els_Ametllerss; El agua en la villa. Entre la funcionalidad y la banalización: Los casos de las villas del Pla de l’Horta y Els Ametllers; Lluis Palahí Grimal, Ana Costa Solé y Marc Lamuà Estañol
http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:ETFSerie2-1EA3CAD2-22AE-5020-2E36-1310E3751A3E&dsID=Documento.pdf; La moneda como ofrenda en los manantiales; Manuel Abad Varela
http://interclassica.um.es/var/plain/storage/original/application/f5d58e05a259229c9e974434d564c420.pdf; LA AMIMONA DE ESQUILO; José María Lucas
www.navarra.es/appsext/bnd/GN_Ficheros_PDF_Binadi.aspx?Fichero...0215...pdf; Las ninfas de Niencebas. Aproximación hermenéutica a la religiosidad romana del culto a las aguas en los Baños de Fitero; José Manuel San Baldomero Úcar
revistas.ucm.es/index.php/CFCL/article/download/CFCL9999220177A/34589; Ninfa de la fuente; Antonio Ruiz de Elvira
https://es.scribd.com/doc/246921960/244143121-Elvira-Barba-M-a-Arte-y-Mito-Manual-de-Iconografia-Clasica; Arte y mito. Manual de iconografía clásica; Miguel Ángel Elvira Barba