Mosaico de las Metamorfosis

Mosaico de las Metamorfosis

domingo, 31 de marzo de 2019

Historia de Hércules (I)



Joven Hércules


Afirman que de Dánae, hija de Acrisio, y Zeus nació Perseo; y unida a éste, Andrómeda, hija de Cefeo, engendró a Electrión; a continuación Eurídice, hija de Pélope, se casó con él y dio a luz a Alcmena, a la que se unió a su vez Zeus gracias a un engaño y engendró a Heracles. (Diodoro, Biblioteca Histórica, IV, 9, 1)

Así, pues, se dice que su línea genealógica remonta, por parte de sus dos progenitores, al más grande de los dioses, de la manera que hemos indicado. Las virtudes que le adornan se han considerado no sólo a partir de sus hazañas, sino que ya antes de su nacimiento le han sido reconocidas. Porque, cuando Zeus se unió a Alcmena, triplicó la duración de la noche y, la magnitud del tiempo que se empleó en la procreación, presagió la fuerza extraordinaria del que iba a nacer. (Diodoro, Biblioteca Histórica, IV, 9, 2-3)



Hércules niño, Museo Arqueológico de Tarragona

Cuando se presentó Anfitrión y vio que su mujer no se mostraba atenta con él, le preguntó el motivo; dijo entonces ella que ya había venido la noche anterior y había yacido con ella, y comprendió él por Tiresias que Zeus se había unido con ella. (Apolodoro Biblioteca Mitológica, II, 4, 8)


Una vez transcurrido el tiempo natural del embarazo, Zeus, cuyo pensamiento estaba puesto en el nacimiento de Heracles, proclamó en presencia de todos los dioses que haría rey a aquel de los Perseidas que naciera en ese día. Pero Hera, movida por los celos y con la colaboración de su hija Ilitía, detuvo los dolores de parto de Alcmena e hizo venir al mundo a Euristeo antes de tiempo Zeus, burlado por esta estratagema, quiso a la vez mantener su promesa y atender a la futura gloria de Heracles. Por eso, dicen, persuadió a Hera a llegar a un acuerdo por el que Euristeo sería rey de acuerdo con su propia promesa, mientras que Heracles, a las órdenes de Euristeo, cumpliría los doce trabajos que Euristeo le encomendara y, tras llevarlos a término, alcanzaría la inmortalidad. (Diodoro, Biblioteca Histórica, IV, 9, 4)


Alcmena dio a luz a dos niños, uno para Zeus, Heracles, mayor en una sola noche, y otro para Anfitrión, Ificles. (Apolodoro, Biblioteca mitológica, II, 4, 8)


Alcmena, temerosa de los celos de Hera, expuso al recién nacido en un lugar que actualmente recibe por él el nombre de «Llanura de Heracles». En esto Atenea, acercándose al lugar en compañía de Hera y maravillada por la naturaleza del niño, persuadió a Hera para que le diera el pecho; pero, al tirar el niño del pecho con una fuerza superior a la que por su edad correspondía, Hera no pudo resistir el intenso dolor y se quitó de encima al recién nacido; luego Atenea lo llevó junto a su madre y le ordenó que lo criara. (Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica, IV, 9, 6)



Hera dando de mamar a Herakles, foto de Marie Lan Nguyen

Cuando aquel tenía ocho meses Hera envió dos serpientes enormes a su cuna con la intención de destruir a la criatura. Alcmena llamó gritando a Anfitrión, pero Heracles se levantó y las aniquiló estrangulándolas a cada una con una mano. (Apolodoro, Biblioteca Mitológica, II, 4, 8)

Por ello precisamente los argivos, al enterarse de lo sucedido, aunque antes se llamaba Alceo, le dieron el nombre de Heracles, porque gracias a Hera había obtenido la gloria (kléos). A los otros niños, pues, los padres les imponen un nombre, pero a éste solo le dio nombre el valor. (Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica IV, 10, 1)



Hércules niño estrangulando las serpientes. Izda.: Augusteo de Herculano,
drcha. Casa de los Vetii, Pompeya.

Anfitrión fue expulsado de Tirinte y trasladó su residencia a Tebas; y Heracles, tras haber sido criado y educado, y sobre todo tras haber practicado con gran empeño los ejercicios atléticos, llegó a ser el primero de todos por su fuerza física y asimismo famoso por la brillantez de su espíritu. (Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica IV, 10, 2)

Heracles había sido instruido en la conducción del carro por Anfitrión, a luchar por Autólico, a disparar el arco por Éurito, a combatir con armas pesadas por Cástor, a cantar al son de la cítara por Lino, que era hermano de Orfeo. Este vino a Tebas y se hizo tebano y fue muerto por Heracles, que lo golpeó con la cítara, irritado porque aquel lo había pegado y por eso lo mató. Algunos lo llevaron ante la justicia por asesinato, pero Heracles citó una ley de Radamantis según la cual aquel que repeliese a uno que agrediera sin razón, era inocente, y así fue absuelto. 



Hércules ataca a Lino, foto de Egisto Sani


Pero Anfitrión temió que hiciese de nuevo algo semejante y lo envió a cuidar bueyes. Creció en esto y aventajó a todos en estatura y fuerza. Podía verse claramente que era hijo de Zeus, pues su cuerpo tenía cuatro codos y sus ojos brillaban con el resplandor del fuego. No fallaba ni disparando el arco ni con otras armas arrojadizas. (Apolodoro, Biblioteca Mitológica, II, 4, 9)



Joven Hércules, Museo Metropolitan, Nueva York

Mientras estuvo con las manadas de bueyes, mató a los dieciocho años al león de Citerón. Este arrojándose desde Citerón hacía estragos en los ganados de Anfitrión y de Tespio, el rey de Tespias, al cual había ido Heracles con la intención de cazar el león. Lo hospedó durante cincuenta días y cuando regresaba de la caza le entregaba cada noche una de sus hijas para que se uniera con ella, pues tenía cincuenta, nacidas de Megamede, la hija de Arneo. Deseaba que todas tuvieran un hijo de Heracles. Este se pensaba que siempre era la misma y así se unió con todas. Luego de someter al león, se cubrió con su piel y utilizó la abertura de la boca como yelmo. (Apolodoro, Biblioteca Mitológica II, 4, 10)






Habiendo aprendido de Éurito previamente el manejo del arco, Heracles tomó de Hermes una espada, de Apolo un arco y flechas, de Hefesto una coraza de oro y de Atenea un manto. Además, él mismo cortó una maza en Nemea. (Apolodoro, Biblioteca Mitológica II, 4, 11)



Izda.: Pintura de Hércules con maza. Drcha. Detalle de mosaico mostrando a Hércules con maza de las Metamorfosis de la villa romana de Carranque, Toledo, España 


Cuando regresaba de la cacería se encontró con los mensajeros enviados por Ergino, enviados a cobrar el tributo de los tebanos. Los tebanos pagaban tributo a Ergino por la siguiente causa: a Clímeno, el rey de los minias, le lanzó una piedra el auriga de Meneceo, llamado Perieres, en el recinto consagrado a Posidón en Onquesto, y lo hirió. Fue trasladado a Orcómeno medio muerto y al morir encargó a su hijo Ergino que vengase su muerte. Entonces Ergino marchó contra Tebas y matando a no pocos, estipuló mediante juramentos que los tebanos le enviarían tributo durante veinte años, a razón de cien bueyes cada año. Heracles, por tanto, encontró a los mensajeros cuando iban a Tebas a por el tributo, y los ultrajó, pues les cortó las orejas y las narices y les ató las manos con cuerdas al cuello diciéndoles que llevasen este tributo a Ergino y los minias. Indignado por esto Ergino marchó contra Tebas, pero Heracles tomando las armas de Atenea le hizo frente y lo mató, poniendo en fuga a los minias y obligándolos a pagar a los tebanos un tributo doble. Y sucedió que Anfitrión murió en la batalla luchando valientemente. Heracles tomó de Creonte como premio a su hija mayor, Mégara, de la cual le nacieron tres hijos: Terímaco, Creontíades y Deicoonte. En cambio, la hija más joven de Creonte se la entregó a Ificles, que ya tenía un hijo, Yolao, de Automedusa, la hija de Alcátoo. (Apolodoro, Biblioteca Mitológica II, 4, 11)






De hecho, cuando por su edad todavía era un efebo, fue el primero en liberar Tebas, correspondiendo a la ciudad con la gratitud debida, como si fuera su patria… Cuando Heracles supo que Ergino, el rey de los minias, se acercaba a la ciudad con sus soldados, salió a su encuentro en un desfiladero e inutilizó al grueso de la fuerza enemiga, y él mismo mató a Ergino y dio muerte a casi todos sus acompañantes. Luego se presentó por sorpresa en la ciudad de los orcomenios e, irrumpiendo repentinamente en el interior de las puertas, incendió el palacio de los minias y arrasó la ciudad. Esta hazaña circuló de boca en boca por toda Grecia y todo el mundo admiró el inesperado suceso. El rey Creonte, admirando el valor del joven, le dio a su hija Mégara en matrimonio y, como si se tratara de su hijo legítimo, le confió los asuntos de la ciudad. Pero Euristeo, que era rey de Argolide, receloso respecto al crecimiento del poder de Heracles, lo envió a buscar y le dio la orden de llevar a cabo los trabajos. Dado que Heracles no acataba la orden, Zeus le envió el mandato de que se pusiera al servicio de Euristeo. (Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica IV, 10, 2)


Entonces Heracles se dirigió a Delfos y, tras interrogar al dios Apolo sobre aquello, recibió del oráculo una respuesta que le comunicaba que los dioses habían decidido que debía realizar los doce trabajos que le ordenaba Euristeo y que, tras su cumplimiento, alcanzaría la inmortalidad. (Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica IV, 10, 7)

Tras estos hechos, Heracles cayó en un abatimiento poco común. Juzgaba, en efecto, que ser esclavo de un hombre inferior a el no era en modo alguno digno de su propio valor, y al mismo tiempo desobedecer a Zeus, que además era su padre, le parecía inconveniente e imposible. Y mientras se venía abajo en esta situación de perplejidad, Hera le envió el enajenamiento, y lo que era aflicción del alma terminó en locura. Fuera de sí por el agravamiento del mal, se lanzó contra Yolao para matarlo. Éste consiguió huir, pero, al encontrarse allí a los hijos que había tenido con Mégara, los asaeteó como si fueran sus enemigos. Apenas se vio liberado de la locura y se dio cuenta de lo que había hecho en su inconsciencia, se sumió en un gran dolor por la enormidad de su desgracia. 



Hércules Furioso, Villa Torre de Palma, Museo Arqueológico Nacional de Lisboa

Aunque todos compartieron su pena y se unieron a su dolor, él permaneció quieto en su casa durante mucho tiempo, evitando los encuentros y las conversaciones con otros hombres. Finalmente, sin embargo, el tiempo apaciguó el sufrimiento y, con la decisión de enfrentarse a los peligros, se presentó a Euristeo. (Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica IV, 11, 1-2)


Fuentes:

Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica, Editorial Gredos
Apolodoro, Biblioteca Mitológica, www.lectulandia.com