Mosaico de las Metamorfosis

Mosaico de las Metamorfosis

jueves, 22 de mayo de 2014

Bonus agricola, el agricultor romano tradicional



Los escritores latinos escribieron sobre las bondades del campo y del trabajo del agricultor.

“Para el hombre es muy saludable la labor del campo, no solo como un deber sino también por el pacer. Y por la propia sociedad, por la abundancia de todos los frutos que afecta a la manera de vivir de los hombres, Incluso por el culto a los dioses, pues algunos prefieren este tipo de vida para que, con verdadero placer, podamos volver al estado de bienestar… Los agricultores denominan al huerto su segunda despensa.” ( Cic.  De Senectute, 56)
Mieses, detalle del Mosaico de Neptuno, Museo del Bardo

El labriego que obtenía la mejor cosecha era llamado bonus agrícola, lo que constituía el más bello elogio. Seneca al referirse al bonus agrícola lo describe con inimaginable tenacidad, venciendo la esterilidad del suelo, a fuerza de cuidado y de cultivo, aunque en principio las perspectivas fueran de fracaso.

“El agricultor pierde el grano que él ha derramado si él deja allí sus trabajos antes de las semillas; es a fuerza de cuidados que las semillas llegan a producir cosecha; nada fructifica sin el beneficio de una labranza continuada regularmente después del primer momento hasta el último.”

 Juvenal rememora la honestidad de los antiguos marsos, hérnicos y vestinos, quienes predicaban a sus jóvenes un modelo de conducta: “Ganemos con el arado el pan que baste a nuestras mesas.” (Juvenal, 14)

Herramientas agrícolas prerromanas

 Virgilio define como  buen campesino a aquel que cultiva su campo con cuidado experto y que mantiene sus útiles de trabajo en perfecto estado. 

“Si no combates continuamente la hierba con los rastrillos y espantas los pájaros con ruidos, ni rebajas con la hoz la sombra que oscurece el campo, y si no atraes la lluvia con tus rezos, ay, decepcionado contemplarás el gran montón de otro, y aliviarás tu hambre sacudiendo la encina en los bosques.”

La vida de una granja antes del año 200 a. C. es bastante tradicional. Las primeras granjas eran muy pequeñas, de unas dos iugera. No es fácil que se pudiera mantener una familia con ella, a no ser que gozaran de derechos sobre la tierra comunitaria. Las casas se agrupaban en aldeas, y los hombres salían a trabajar cada día. Con el trabajo a mano y herramientas sencillas los romanos explotaban las haciendas de forma intensiva y a veces cultivaban verduras. Estas eran importantes en su dieta. Las más comunes se producían para consumo interno, con hierbas según las estaciones, y para remedios caseros, y flores para guirnaldas y para engalanar el hogar en honor de los dioses tutelares los días de fiesta. Cerca de los pueblos los cultivos de huerta daban beneficios en el mercado.

“Muchas veces el arriero carga con aceite o frutas baratas las costillas del lento pollino, y al volver acarrea de la ciudad una piedra molar o una masa de pez negra.” (Virg. Georg. I)

Detalle del mosaico de la Iglesia de Lot y Próculo, Mount Nebo, Jordania

Probablemente el campesino trabajaba mucho los siete días de la semana e iba al mercado en los días establecidos (nundinae) para vender sus productos, ver a los amigos y escuchar las noticias. Su esposa cuidaba de la casa y la familia, supervisando el trabajo de los esclavos. Los festivales rurales añadían color a la vida del campesino, ya que la antigua religión nació y se conservó durante más tiempo en el campo. En los meses de abril y mayo se celebraban diversas fiestas en honor de los múltiples dioses agrícolas que tenían, como la de la lustración del campo o Ambarvalia, para pedir la purificación de los sembrados.

Diosa Ceres
“En primer lugar, venera a los dioses y celebra la ceremonia anual de la gran Ceres, sacrificando en medio de las plantas lozanas, hacia la terminación del invierno, cuando ya es primavera serena. Entonces los corderos están gordos y los vinos muy suaves; entonces los sueños son dulces y las sombras de los montes tupidas. Toda la juventud del campo junta debe adorar a Ceres contigo; diluye tú en su honor panales de miel con leche y vino dulce. Marche tres veces por las cosechas nuevas la víctima propiciatoria, acompañada del coro entero de tus compañeros en fiesta, que a gritos llamarán a Ceres al interior de las casas. Y que nadie meta la hoz a las espigas maduras hasta que con las sienes ceñidas con una vareta retorcida de encina ejecute unos pasos improvisados en honor de Ceres, y le cante canciones.” (Virg. Georg. I)

Si el campesino no llevaba los productos sobrantes al mercado, podía conservar gran parte de los mismos para el resto del año, las mujeres hacían arropes, membrillo y conservas de frutas. El huerto le proporcionaba igualmente la ocasión de tener que desprenderse de muchos productos pasados o estropeados, que podían ir destinados a los cerdos.
Una pequeña familia de campesinos podía costear  sin dificultad la nutrición de uno o dos cerdos al año con los productos sobrantes de su huerto, con hierbas recogidas y con un pequeño suplemento de cereales. Con costes aún más bajos podía tener unas pocas cabras que  proporcionaban un considerable aporte alimenticio además de otros ingresos (pelo, venta de cabritos), pues los romanos consumían mucho queso y leche fresca.
Otros ingresos de una familia  campesina podían proceder del sector recolector, como  leña para el fuego, frutos silvestres, caza, pesca y apicultura.

“También perseguirás muchas veces a la carrera a los onagros asustadizos; con los perros cazarás la liebre, con los perros los gamos; muchas veces levantarás de sus abrevaderos silvestres a los jabalíes y los correrás en medio de ladridos, y a través de montes altos empujarás a gritos hasta las redes un ciervo gigantesco.” (Virg. Georg. III)

La salida airosa de los apuros económicos de una familia campesina dependía de que un miembro de la familia fuera un experto viticultor o un gran cazador, que un propietario tuviera cerca de su residencia tierras en arriendo (para así poder trabajarlas como colonos), que fuera un experto colombófilo o conociera bien las técnicas para formar y sostener enjambres de abejas, etc.

“En cuanto a las colmenas, tanto si están hechas pegando corchos ahuecados o entretejiendo varetas de mimbre flexible, deben tener entradas angostas, pues el invierno encoge la miel con su frío y el calor a su vez la pone líquida.” (Virg. Geor. IV)

Detalle del Mosaico de Neptuno, Museo del Bardo, Túnez

Entre las tareas que un agricultor podía desempañar mientras llovía y no se podía trabajar la tierra, Virgilio cita:

“El labrador pone en el yunque el diente duro de la reja embotada, fabrica tinajas con el tronco de los árboles, o forja marcas para el ganado o etiquetas para los montones de cereales. Otros aguzan estacas y bieldos de dos dientes y preparan lazos de Ameria para la vid flexible. Ahora tejen sin esfuerzo un canasto con varas de brezo. Tuestan el trigo al fuego o lo machacan con piedras.” 
También describe las tareas  que una pareja de campesinos pueden  hacer al caer la noche, cuando no hay luz para estar fuera de la casa:

“Alguno también vela hasta tarde en invierno a la luz del fuego y talla antorchas a punta de cuchillo. Mientras tanto la esposa, aliviando el largo trabajo con el canto, recorre la tela con el peine fino, o cuece en el fuego el licor del dulce mosto y despuma con hojas las oleadas de la caldera temblorosa.” (Virg. Georg. I)

Un colono de un gran propietario podía tener garantizados los mínimos vitales incluso en los años de malas cosechas, mientras el pequeño campesino carecía de coberturas, lo que facilitó el paso de muchos campesinos a colonos. Tal paso podía darse tras una venta total de sus tierras o bien conservando unas parcelas de tierra propia y aceptando las demás en arriendo de un gran propietario.

Bibliografía:

ceipac.ub.edu/biblio/Data/A/0546.pdf; LA VILLA COMO SISTEMA ECONÓMICO; José Remesal Rodríguez
"EL CAMPESINO Y LA TECNOLOGÍA: UNA RELACIÓN COTIDIANA"; Diego Melgar Garibaldi
revistas.usal.es/index.php/0213-2052/article/download/6028/6050; EL RITUAL DE LOS CERIALIA Y LA FUNDACIÓN DE LAVINIO; Pedro LÓPEZ BARJA DE QUIROGA
Geórgicas, Virgilio, Ed. Espasa-Calpe


miércoles, 7 de mayo de 2014

Miel, apicultura en la villa romana

Cupido, el ladrón de miel, Alberto Durero

La actividad apícola, es decir, la producción controlada y orientada a la extracción de la miel como una actividad más del calendario agrícola, se viene interpretando como una actividad complementaria, con cuyo desarrollo se consiguen rentabilizar mayoritariamente las zonas de escasa productividad  agrícola.
“Sobre el rendimiento económico… tengo como autoridad… a nuestro amigo Varrón, a quien le oí decir que él había tenido en Hispania a dos soldados, los hermanos Veyanio, ricos propietarios de la región de los faliscos; estos, al dejarle su padre una casita de campo y una parcela ciertamente no mayor de una yugada, había hecho colmenas alrededor de toda la casa, y, en el huerto, que tenían, habían plantado lo restante con tomillo, codeso y toronjil…
Estaban acostumbrados, pues así hacían para equilibrar las ganancias, a no recibir menos de diez mil sestercios de la miel, pues decían que preferían esperar un comprador hasta el tiempo conveniente antes que con prisa en otro momento.” (Varrón, 3, 16, 10-11)
En Hispania, los celtíberos ya exportaban  miel y cera.


La miel en época romana era el alimento edulcorante y energético por excelencia, y  sus propiedades antisépticas la hacían de igual modo idónea para utilizarla en la conservación de frutos. Se empleaba además  en la elaboración de salsas para acompañar las carnes y en repostería; en el mundo de la medicina y en  la cosmética.  
La miel era un producto que se ofrecía en las libaciones a los dioses y en las ofrendas a los difuntos. Ovidio escribió en los Fastos que el dios Baco había descubierto la miel por lo que se le ofrecían tortas hechas con ella el día de su fiesta:
“Se hacen tortas para el dios porque también él se alegra con los juegos dulces y se dice que Baco descubrió la miel.”

Mujer con tabula cerata y stilus, Museo Arqueologico Nacional, Nápoles

La cera servía para el alumbrado de calidad y para encerar maderas o papiros.  La tablas de cera se empleaban para escribir con un stilus y se utilizaban para escribir notas y tareas escolares. También se empleaba en ungüentos como el ceratum de Galeno, realizado con aceite, cera y agua de rosas.

“El fruto de la cera, aunque de poco valor, no ha de pasarse en silencio, siendo su uso necesario para muchas cosas. Los restos de los panales, así que se han exprimido y se han lavado bien en agua dulce, se ponen en una caldera de cobre y echándoles agua por encima se derriten al fuego. Luego, se derrama la cera sobre paja o juncos y se cuela, se cuece de nuevo y se echa en moldes, mojados en agua previamente, una vez cuajada se saca porque el agua impide que se pegue."

Las abejas también proporcionaban el propóleo, que resultaba de las resinas de las plantas enriquecidas con la digestión láctica del polen y de las secreciones de las abejas. Servía para proteger a la colmena del exterior y se utilizaba para aliviar inflamaciones y dolores y aplicar en heridas abierta. Los legionarios llevaban unas bolsitas de propóleo en sus campañas para su uso personal.
Mel vernum era la miel de primavera que se obtenía de panales elaborados con sustancias procedentes de las flores y se recolectaba en Mayo.
Plinio consideraba la miel de verano, mel aestivum, brillante como el oro, la mejor siempre que no estuviera adulterada. La miel silvestre, recolectada en los bosques y procedente del esparto, la  retama, el madroño, el brezo, el castaño y las hortalizas, se recogía tras las primeras lluvias de otoño. Columela la creía de peor calidad y era poco aceptada y su empleo prácticamente industrial.
La miel villaticumobtenida en las granjas se libaba sobre las flores de legumbres y plantas de abono.

“El néctar del tomillo da miel de sabor superior. De segunda categoría, el tomillo real, el serpol y el orégano. Y de tercera categoría, el romero y la ajedrea. Las demás como el madroño y las legumbres, dan a la miel un sabor áspero.”


Apicultor carpetano, Ilustración Arturo Asensio

Primero se obtenía la miel mel optimus, dejándose escurrir los panales; segundo, se prensaban los panales para extraer la miel que restase en su interior, mel secundus, de inferior calidad.
Una vez prensados los panales se podía aún realizar un lavado de los mismos con agua templada, del  cual se conseguía un líquido dulce utilizado en la preparación del hidromiel y vinos melados.

Colmena de corcho, Portugal

Los mejores materiales para las colmenas, según Columela, eran:
… de corcho, porque no estarían muy frías en el invierno ni muy calientes en el verano (…) si no hubiere (…) se harán con mimbres entretejidos; y si estos no se encuentran se fabrican con troncos de árboles excavados. (…) Las peores de todas son las de barro cocido, ya que se encienden con los calores del estío y se hielan con los fríos del invierno. Las demás especies que hay de colmenas son dos, unas que hacen con boñiga y otras se construyen con ladrillos.

En lo que se refiere a la ubicación de los colmenares parece ser que el lugar idóneo debía ser cercano a las zonas de vivienda, resguardado del frío y del calor, debiendo existir agua en las zonas  próximas, así como plantas aromáticas y árboles frutales.

“En primer lugar, la mejor situación (para las colmenas) es al lado de la casa de campo, donde no resuenen los ecos, donde el aire sea templado, no ardiente en verano y soleado en invierno, que mire principalmente a la salida del sol en invierno y que tenga cerca esos lugares donde el alimento es abundante y el agua limpia. (Varrón, 3, 16)

“Pidiéndome epigramas vivos, me propones temas muertos. ¿Qué se puede hacer, Ceciliano? ¿Quieres que te produzcan miel del Hibla o del Himeto y le pones tomillo de Córcega a una abeja cecropia?(Marcial Epi. XI, 42)
Planta del tomillo

La miel más reconocida era la del Ática, producida por los panales del monte Himeto y la seguía la del monte Hibla en Sicilia. Ambas por la excelencia del tomillo. Otras mieles procedían de África, Italia e Hispania.

Pero así como el codeso es lo mejor para la salud de las abejas, el tomillo lo es para hacer la miel. Por esta causa la miel de Sicilia se lleva la palma, porque allí el buen tomillo es abundante. Por eso algunos machacan el tomillo en un mortero, lo deslíen en agua tibia y con él rocían todos los planteles sembrados para las abejas.”

La miel de algunos lugares puede ser tóxica por las flores y plantas de las que liban las abejas.  Plinio citaba la flor del rododendro, azalea y adelfa.

“En el país del Sanni, en la misma parte del Ponto hay otra clase de miel, que por la locura que  produce, ha recibido el nombre de maenomenon. Este efecto maligno es generalmente atribuido a las flores del rododendro, las cuales abundan en estos bosques, y esta gente aunque rendía homenaje a los romanos con la cera, no sacaba ningún provecho en absoluto de su miel, por las consecuencias de sus peligrosas propiedades.”(Plinio, H.N. XXI, 45)