Los escritores latinos escribieron sobre las bondades del campo y del trabajo del agricultor.
“Para el hombre es muy saludable la labor del campo, no solo como un deber sino también por el pacer. Y por la propia sociedad, por la abundancia de todos los frutos que afecta a la manera de vivir de los hombres, Incluso por el culto a los dioses, pues algunos prefieren este tipo de vida para que, con verdadero placer, podamos volver al estado de bienestar… Los agricultores denominan al huerto su segunda despensa.” ( Cic. De Senectute, 56)
Mieses, detalle del Mosaico de Neptuno, Museo del Bardo |
El labriego que obtenía la mejor cosecha era llamado bonus agrícola, lo que constituía el más bello elogio. Seneca al referirse al bonus agrícola lo describe con inimaginable tenacidad, venciendo la esterilidad del suelo, a fuerza de cuidado y de cultivo, aunque en principio las perspectivas fueran de fracaso.
“El agricultor pierde el grano que él ha derramado si él deja allí sus trabajos antes de las semillas; es a fuerza de cuidados que las semillas llegan a producir cosecha; nada fructifica sin el beneficio de una labranza continuada regularmente después del primer momento hasta el último.”
“El agricultor pierde el grano que él ha derramado si él deja allí sus trabajos antes de las semillas; es a fuerza de cuidados que las semillas llegan a producir cosecha; nada fructifica sin el beneficio de una labranza continuada regularmente después del primer momento hasta el último.”
Juvenal rememora la honestidad de los antiguos marsos, hérnicos y vestinos, quienes predicaban a sus jóvenes un modelo de conducta: “Ganemos con el arado el pan que baste a nuestras mesas.” (Juvenal, 14)
Herramientas agrícolas prerromanas |
Virgilio define como buen campesino a aquel que cultiva su campo con cuidado experto y que mantiene sus útiles de trabajo en perfecto estado.
“Si no combates continuamente la hierba con los rastrillos y espantas los pájaros con ruidos, ni rebajas con la hoz la sombra que oscurece el campo, y si no atraes la lluvia con tus rezos, ay, decepcionado contemplarás el gran montón de otro, y aliviarás tu hambre sacudiendo la encina en los bosques.”
“Si no combates continuamente la hierba con los rastrillos y espantas los pájaros con ruidos, ni rebajas con la hoz la sombra que oscurece el campo, y si no atraes la lluvia con tus rezos, ay, decepcionado contemplarás el gran montón de otro, y aliviarás tu hambre sacudiendo la encina en los bosques.”
La vida de una granja antes del año 200 a. C. es bastante tradicional. Las primeras granjas eran muy pequeñas, de unas dos iugera. No es fácil que se pudiera mantener una familia con ella, a no ser que gozaran de derechos sobre la tierra comunitaria. Las casas se agrupaban en aldeas, y los hombres salían a trabajar cada día. Con el trabajo a mano y herramientas sencillas los romanos explotaban las haciendas de forma intensiva y a veces cultivaban verduras. Estas eran importantes en su dieta. Las más comunes se producían para consumo interno, con hierbas según las estaciones, y para remedios caseros, y flores para guirnaldas y para engalanar el hogar en honor de los dioses tutelares los días de fiesta. Cerca de los pueblos los cultivos de huerta daban beneficios en el mercado.
“Muchas veces el arriero carga con aceite o frutas baratas las costillas del lento pollino, y al volver acarrea de la ciudad una piedra molar o una masa de pez negra.” (Virg. Georg. I)
Detalle del mosaico de la Iglesia de Lot y Próculo, Mount Nebo, Jordania |
Probablemente el campesino trabajaba mucho los siete días de la semana e iba al mercado en los días establecidos (nundinae) para vender sus productos, ver a los amigos y escuchar las noticias. Su esposa cuidaba de la casa y la familia, supervisando el trabajo de los esclavos. Los festivales rurales añadían color a la vida del campesino, ya que la antigua religión nació y se conservó durante más tiempo en el campo. En los meses de abril y mayo se celebraban diversas fiestas en honor de los múltiples dioses agrícolas que tenían, como la de la lustración del campo o Ambarvalia, para pedir la purificación de los sembrados.
Diosa Ceres |
“En primer lugar, venera a los dioses y celebra la ceremonia anual de la gran Ceres, sacrificando en medio de las plantas lozanas, hacia la terminación del invierno, cuando ya es primavera serena. Entonces los corderos están gordos y los vinos muy suaves; entonces los sueños son dulces y las sombras de los montes tupidas. Toda la juventud del campo junta debe adorar a Ceres contigo; diluye tú en su honor panales de miel con leche y vino dulce. Marche tres veces por las cosechas nuevas la víctima propiciatoria, acompañada del coro entero de tus compañeros en fiesta, que a gritos llamarán a Ceres al interior de las casas. Y que nadie meta la hoz a las espigas maduras hasta que con las sienes ceñidas con una vareta retorcida de encina ejecute unos pasos improvisados en honor de Ceres, y le cante canciones.” (Virg. Georg. I)
Si el campesino no llevaba los productos sobrantes al mercado, podía conservar gran parte de los mismos para el resto del año, las mujeres hacían arropes, membrillo y conservas de frutas. El huerto le proporcionaba igualmente la ocasión de tener que desprenderse de muchos productos pasados o estropeados, que podían ir destinados a los cerdos.
Una pequeña familia de campesinos podía costear sin dificultad la nutrición de uno o dos cerdos al año con los productos sobrantes de su huerto, con hierbas recogidas y con un pequeño suplemento de cereales. Con costes aún más bajos podía tener unas pocas cabras que proporcionaban un considerable aporte alimenticio además de otros ingresos (pelo, venta de cabritos), pues los romanos consumían mucho queso y leche fresca.
Otros ingresos de una familia campesina podían proceder del sector recolector, como leña para el fuego, frutos silvestres, caza, pesca y apicultura.
“También perseguirás muchas veces a la carrera a los onagros asustadizos; con los perros cazarás la liebre, con los perros los gamos; muchas veces levantarás de sus abrevaderos silvestres a los jabalíes y los correrás en medio de ladridos, y a través de montes altos empujarás a gritos hasta las redes un ciervo gigantesco.” (Virg. Georg. III)
La salida airosa de los apuros económicos de una familia campesina dependía de que un miembro de la familia fuera un experto viticultor o un gran cazador, que un propietario tuviera cerca de su residencia tierras en arriendo (para así poder trabajarlas como colonos), que fuera un experto colombófilo o conociera bien las técnicas para formar y sostener enjambres de abejas, etc.
“En cuanto a las colmenas, tanto si están hechas pegando corchos ahuecados o entretejiendo varetas de mimbre flexible, deben tener entradas angostas, pues el invierno encoge la miel con su frío y el calor a su vez la pone líquida.” (Virg. Geor. IV)
“En cuanto a las colmenas, tanto si están hechas pegando corchos ahuecados o entretejiendo varetas de mimbre flexible, deben tener entradas angostas, pues el invierno encoge la miel con su frío y el calor a su vez la pone líquida.” (Virg. Geor. IV)
Detalle del Mosaico de Neptuno, Museo del Bardo, Túnez |
Entre las tareas que un agricultor podía desempañar mientras llovía y no se podía trabajar la tierra, Virgilio cita:
“El labrador pone en el yunque el diente duro de la reja embotada, fabrica tinajas con el tronco de los árboles, o forja marcas para el ganado o etiquetas para los montones de cereales. Otros aguzan estacas y bieldos de dos dientes y preparan lazos de Ameria para la vid flexible. Ahora tejen sin esfuerzo un canasto con varas de brezo. Tuestan el trigo al fuego o lo machacan con piedras.”
También describe las tareas que una pareja de campesinos pueden hacer al caer la noche, cuando no hay luz para estar fuera de la casa:
“Alguno también vela hasta tarde en invierno a la luz del fuego y talla antorchas a punta de cuchillo. Mientras tanto la esposa, aliviando el largo trabajo con el canto, recorre la tela con el peine fino, o cuece en el fuego el licor del dulce mosto y despuma con hojas las oleadas de la caldera temblorosa.” (Virg. Georg. I)
“El labrador pone en el yunque el diente duro de la reja embotada, fabrica tinajas con el tronco de los árboles, o forja marcas para el ganado o etiquetas para los montones de cereales. Otros aguzan estacas y bieldos de dos dientes y preparan lazos de Ameria para la vid flexible. Ahora tejen sin esfuerzo un canasto con varas de brezo. Tuestan el trigo al fuego o lo machacan con piedras.”
También describe las tareas que una pareja de campesinos pueden hacer al caer la noche, cuando no hay luz para estar fuera de la casa:
“Alguno también vela hasta tarde en invierno a la luz del fuego y talla antorchas a punta de cuchillo. Mientras tanto la esposa, aliviando el largo trabajo con el canto, recorre la tela con el peine fino, o cuece en el fuego el licor del dulce mosto y despuma con hojas las oleadas de la caldera temblorosa.” (Virg. Georg. I)
Un colono de un gran propietario podía tener garantizados los mínimos vitales incluso en los años de malas cosechas, mientras el pequeño campesino carecía de coberturas, lo que facilitó el paso de muchos campesinos a colonos. Tal paso podía darse tras una venta total de sus tierras o bien conservando unas parcelas de tierra propia y aceptando las demás en arriendo de un gran propietario.
Bibliografía:
Bibliografía:
ceipac.ub.edu/biblio/Data/A/0546.pdf; LA VILLA COMO SISTEMA ECONÓMICO; José Remesal Rodríguez
"EL CAMPESINO Y LA TECNOLOGÍA: UNA RELACIÓN COTIDIANA"; Diego Melgar Garibaldi
revistas.usal.es/index.php/0213-2052/article/download/6028/6050; EL RITUAL DE LOS CERIALIA Y LA FUNDACIÓN DE LAVINIO; Pedro LÓPEZ BARJA DE QUIROGA
Geórgicas, Virgilio, Ed. Espasa-Calpe
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