Mosaico de las Metamorfosis

Mosaico de las Metamorfosis

viernes, 15 de noviembre de 2013

Océano, dios de las aguas

Mosaico de Océano, Villa de Carranque

El agua, como fuente de vida, determinó, que muchas cosmogonías primitivas tuvieran en común la idea de presentar el origen del universo a través de una masa de agua, que en cada caso se personificaba según las culturas y épocas. En el mundo griego, las fuentes literarias revelan la naturaleza del Océano como la de un dios del cosmos, cuya fertilidad posibilitaba los procesos vitales en la Tierra.
El perfil mitológico de Océano que ofrecen las fuentes literarias se delimita por su propia naturaleza primitiva, que por ser desconocida se vuelve un misterio y por su fecundidad. Muchas fuentes insisten en el hecho de que el Océano era el límite occidental conocido por el hombre en el mundo antiguo, tras el que se ubicaba todo lo inexplorado, y en el que habitaba  el abismo más oscuro, por lo que su nombre se reservó para el Atlántico.

Mosaico de Océano, Túnez

Fue en el periodo helenístico cuando el culto al dios Océano empezó a tener mayor protagonismo, debido a la búsqueda de los elementos cósmicos de las divinidades, y su representación iconográfica en las costas mediterráneas encontró su punto culminante con la llegada del Imperio romano.
En la mitología, Océano es un Titán que personificaba las aguas que rodeaban la Tierra. Estaba casado con su hermana Tetis, y de su unión nacieron las Oceánidas, ninfas del mar y los Oceánidas, ríos del mundo, fuentes y lagos.

Mosaico con bustos de Océano y  Tetis, Museo del Bardo, Túnez

En los mosaicos helenísticos y romanos se le muestra como un hombre fuerte con larga barba y pinzas de cangrejo en la cabeza, y con la parte inferior del cuerpo en forma de serpiente. A su alrededor se aprecian elementos del paisaje marino,  como algas marinas, delfines, monstruos marinos  y peces diversos.

Pantera marina, Mosaico de Océano, Villa de Carranque

Su presencia en las representaciones artísticas comenzó a ser habitual desde el período helenístico, y en el arte romano sus imágenes fueron, en algunas regiones más numerosas que las del propio Neptuno.

Con el Océano se expresaba plásticamente la ignorancia sobre el desconocido mundo del occidente más extremo. Su imagen también estuvo presente en los relieves de los frentes de los sarcófagos, pues  las divinidades marinas jugaron un papel primordial en el tránsito de las almas hacia los Campos Elíseos.

Surtidor de agua con figura de Oceáno
Las representaciones escultóricas de Océano suelen representarle como un hombre maduro con barba,  tendido y apoyado sobre un cántaro del que mana agua, en su función de padre de los ríos, con lo que se puede interpretar que servirían como decoración de fuentes en jardines.

Tetis, por su parte, centra también su historia iconográfica en el periodo imperial. Como principio femenino en la fecundidad del mar, aparece en múltiples mosaicos orientales, todos ellos fechados en los siglos III  y IV d.C.,  ya sea sentada y semidesnuda, ya  sea representada como un busto: una diosa, rodeada de peces y monstruos acuáticos, sosteniendo  a veces un remo. Puede estar sola o acompañar a su esposo, Océano, pero siempre lleva, como atributo característico, unas alas en la frente.


Por su iconografía acuática, los mosaicos con la imagen de Océano, tritones y animales marinos se representaban en termas, fuentes en peristilos y ninfeos.
 El mosaico de Océano en la villa de Carranque  está en una exedra delante del oecus o salón de representación. Muestra a  un anciano con largas barbas onduladas que simbolizan las olas del mar, con pinzas de crustáceo en la cabeza y rodeado de animales marinos, reales e imaginarios, delfines, moluscos y una pantera marina.
 Por el desagüe que da el peristilo, se sabe que el espacio serviría como una fontana, lo que ayudaría a resaltar la viveza de sus colores y acompañar con el murmullo del agua la estancia de los visitantes.

Fontana con mosaico de Océano, Villa de Carranque

De la importancia del agua en la zona da muestra la propia situación de la villa junto al río Guadarrama, para aprovechar sus recursos tanto en la casa como en las tierras productivas.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Fotos de la Exposición DOMUS

Aquí podemos ver fotos de la exposición DOMUS XXX aniversario del descubrimiento de la Villa Romana de Carranque.
Vista de la exposición con una maqueta tipo de una domus romana realizada por Samuel López

Vista con las maquetas realizadas por  Samuel López para la exposición

Vista de la maqueta de la villa de Materno realizada por Samuel López

Recreación de taller de mosaico romano

Vista de la exposición con la maqueta del Palatium, hecha por Samuel López, en primer término

Mosaico del dios Océano, réplica del original, hecha por Samuel López con teselas de azulejo

Mesa con productos típicos de la alimentación romana

Recreación de un tocador femenino romano

Recreación de una mesa escritorio romana

Trajes de novia romana, hombre con túnica y matrona romana realizados por Mª Carmen Gómez para la exposición
Foto del mosaico de La Metamorfosis, el primero descubierto por Samuel López en la villa de Carranque

Recreación de un triclinium romano
Recreación de un cubiculum o dormitorio romano

Recreación de una cocina típica romana
Recreación de la parte residencial de una villa romana

martes, 22 de octubre de 2013

Se reabre el Parque Arqueológico de Carranque el 23 de Octubre

El próximo 23 de Octubre se vuelve a abrir el Parque Arqueológico de Carranque.



El ayuntamiento de Carranque se hace cargo de la gestión del Parque, para abrirlo al público otra vez.
Por el momento su horario de apertura será de Miércoles a Domingo de 10.00 a 14.00 horas.
La visita guiada se hará con audioguías.

Mientras dure la exposición Domus. XXX Aniversario del Descubrimiento de la Villa Romana de Carranque, el Hotel Comendador organiza visitas al Parque guiadas por el descubridor de la villa, Samuel López, todos los sábados y domingos a las 12.00 horas. (Contacto: Tlf. 925 52 95 66; e-mail recepción@hotelcomendador.es)




La visita combinada del Parque Arqueológico y la exposición DOMUS permitirá tener una amplia visión de la vida diaria en una villa romana de finales del Imperio Romano. 

viernes, 18 de octubre de 2013

Exposición Domus




Con motivo del XXX aniversario del descubrimiento de la Villa Romana de Carranque, por Samuel López Iglesias, éste va a presentar una exposición sobre Las Villas Romanas y su actividad cotidiana en el Bajo Imperio que mostrará cómo vivían los habitantes de estas villas, mediante paneles expositivos, maqueta, audiovisuales y recreaciones de ambientes. También se enseñará cómo se produjo el descubrimiento y los restos encontrados hasta ahora en el Parque Arqueológico.  La exposición tendrá lugar el el Hotel Comendador de Carranque, Toledo a partir del 26 de Octubre hasta el 8 de Diciembre. La entrada es gratuita.
Durante el tiempo de la exposición se desarrollarán unas jornadas gastronómicas en el restaurante El Zaguán, con platos basados en la comida tradicional de aquella época.

INFORMACIÓN: Tlf. 925529566
                              e-mail: recepcion@hotelcomendador.es





El triclinium, espacio de encuentro y celebración en la domus

Triclinium de la Villa Ariadna, Stabia, Italia

Para los ricos aristócratas romanos el entretenimiento de amigos y clientes a la hora de la cena se convirtió en el principal foco de vida social. El triclinium o comedor donde se celebraban los banquetes se estableció como elemento indispensable para mostrar el status social y el nivel de bienestar del propietario. La decoración de la habitación, la provisión de los alimentos más exóticos, la calidad de las vajillas y recipientes para servir la comida y la cantidad de esclavos que atendían a los invitados, además de la oferta de entretenimiento durante la cena se alzaban como expresión de la riqueza y elegancia del dominus que invitaba.

Recreación de Triclinium en el Museo Arqueológico de Munich

Los triclinia elaborados como espacio de representación para recrear la vista e impresionar  acogían decoraciones pictóricas en los muros, techos abovedados o artesonados, y suelos de mosaico diseñados, a veces, para delimitar la ubicación de los lechos, en las zonas más visibles. 

Mosaico de Adonis en el triclinium de la Villa de materno en Carranque

Estas lujosas estancias podían estar sostenidas por columnas, protegidas por cristales o piedra especular, calentadas por hipocausto, o cubiertas con casetones que podían ser móviles y dejar caer sobre los invitados agradables sorpresas, como perfumes o flores. 
En las casa con peristilo, el triclinium se organizaba como un amplio espacio abierto hacia él, ocupando una posición central dentro del recinto ajardinado.

Triclinium de la Casa de Neptuno y Anfítrite, Herculano
En las casas o villas más grandes se podían encontrar triclinios de verano o invierno, emplazados en distintos lugar según la orientación de la casa. Algunas casas albergan espacios con dos o tres  lechos de obra sobre los que se disponían colchones para comodidad de los comensales. El arquitecto Vitruvio da consejos sobre la ubicación de estas habitaciones:

“Los triclinios de primavera y de otoño se orientarán hacia el este, pues, al estar expuestos directamente hacia la luz del sol que inicia su periplo hacia occidente, se consigue que mantengan una temperatura agradable, durante el tiempo cuya utilización es imprescindible. Hacia el norte se orientarán los triclinios de verano, pues tal orientación no resulta tan calurosa como las otras durante el solsticio, al estar en el punto puesto al curso del sol; por ello permanecen muy frescas, lo que proporciona un agradable bienestar”. (VI, 4)  

En muchas casas, sobre todo, en Pompeya se han encontrado triclinios en los jardines, protegidos por una pérgola, un toldo o un tejadillo, y normalmente, frente a una fuente.

“En la cabecera del hipódromo está el stibadium de blanquísimo mármol, cubierto por una pérgola que está sostenida por cuatro columnas de mármol caristio. Debajo del stibadium el agua sale a chorros, casi como expulsada por los que están sentados encima; el agua se recoge en un canal y pasa a rellenar una pila de fino mármol, regulada de modo invisible para que esté siempre llena y nunca se desborde. Las viandas de mayor peso, si las hay, se apoyan en el borde de la pila, mientras que las más ligeras se llevan flotando en barquitos o aves simuladas. Enfrente hay una fuente que lanza y recoge el agua mediante un juego de cañerías que primero la echa hacia arriba y luego la traga abajo para volver a elevarla después.” (Plinio, Epístolas, V, 6)

La disposición del comedor tradicional romano consistía  en tres lechos alrededor de una mesa donde los esclavos dejaban la comida que traían en bandejas. Los lechos de obra solían tener el lado hacia la mesa más elevado para facilitar la postura. La colocación de los invitados seguía un orden jerárquico muy estricto. Los invitados se tendían en oblicuo en el lecho, con el codo izquierdo apoyado sobre un cojín, y la mano derecha libre para comer. Se les lavaba los pies al entrar y se quitaban el calzado durante la cena. Algunos vestían un traje más ligero para la cena llamada synthesis. Ya en el imperio se impuso un lecho en forma de media luna, stibadium, en el que cabían alrededor de siete personas.

Stibadium del Canopo de Villa Adriana, Tívoli, Italia
En la villa de Materno en Carranque, se puede ver en el triclinium el mosaico de Adonis y una exedra en la cabecera de la sala.

Exedra del triclinium de la Villa de Materno, Carranque

martes, 15 de octubre de 2013

El lararium romano, culto doméstico a los dioses.



Pintura con lares, genio y ofrendas, Museo Arqueológico, Nápoles

El culto privado entre los romanos, vinculado a las fiestas de carácter agrícola y familiar, era competencia del ámbito doméstico, donde el pater familias actuaba como sacerdote.
Los lares familiares eran espíritus que cuidaban de la salud y prosperidad de la familia y su entorno doméstico, incluidos los esclavos. Se les representaba como adolescentes con el cuerno de la abundancia en una mano, con una pátera en la otra y vestidos con una túnica corta. Las figurillas se hacían de madera, hueso, bronce u otros materiales.
Lares de bronce, Museo arqueológico de Nápoles

 Se les hacía ofrendas y se les saludaba al salir y volver de un viaje. El romano dirigía al lar su plegaria de la mañana y en las comidas le reservaba una parte de cada plato. Se les guardaba en un  lararium o larario,  pequeña construcción en forma de nicho, con un techo y un frontón soportado por columnas, adosada a los muros de la casa. También se los representaba pintados en la pared. La ubicación del larariumsolía ser el peristilo o el atrio para que pudieran ser vistos con más facilidad.
“Lares de mis antepasados, sálvadme: vosotros sois los mismos
  Que me criaron, un chiquillo corriendo delante de vosotros.
  No sintáis vergüenza por estar hechos de madera antigua:
  Así erais cuando vivíais  en casa de mi abuelo.
 En aquellos tiempos se mantenía mejor la fe, cuando un dios de madera
Pobremente vestido, se guardaba en un estrecho nicho.”
(Tibulo, elegía 10, libro II)


El larariumalbergaba los lares, los penates, protectores de la despensa; el genio, espíritu tutelar del pater familias, representado como una serpiente o un hombre cubriendo su cabeza con la toga; los manes, espíritus de los antepasados familiares; además de otros dioses, como Fortuna o Mercurio, que las familias veneraban como protectores. Ante el larario se celebraban distintos ritos conmemorativos de acontecimientos familiares acompañados de banquetes, como el cumpleaños del pater familias que coincidía con la fiesta del genius; la presentación de la nueva esposa a los dioses familiares; el nacimiento de cada hijo varón al que se purificaba a los nueve días.

Lararium de Pompeya

Las ofrendas del larario eran variadas, pero principalmente consistían en flores y guirnaldas para decorarlo, vino para tomar en honor del genio, incienso, además de miel, perfumes, frutas, coronas de flores o pastelillos. El señor de la casa les dedica una plegaria: “Que este hogar sea para nosotros  una fuente de bienes, de bendición de felicidad y de buena suerte.” (Plauto, Los tres escudos)
Los Penates eran los espíritus protectores de la despensa y procuraban que no faltara el alimento. Se los llama dioses troyanos porque Eneas los trajo de Troya durante el periplo que le llevó a Roma. Se los representaba con estatuillas en forma de dos jóvenes sentados que sostienen una lanza. Al empezar las comidas el pater familias pronunciaba la frase “Que los dioses sean propicios” y echaba una parte de la comida al fuego del hogar que era su altar.

Lararium con Mercurio, Lares, Genio y dios Penate
El fuego del hogar estaba dedicado a la diosa Vesta y la mater familias atendía que no se apagase.
Los Manes eran los espíritus de los muertos, objeto de veneración y de terror porque salían para atormentar a los vivos. Los romanos pensaban que los espíritus podrían castigarles si no les rendían culto, por lo tanto se ocupaban de mantener las tumbas y ofrecer flores y alimentos como leche, miel, vino puro o huevos.
Por ello se hacían ritos nocturnos de purificación para alejarlos. Durante la Lemuria nocturna, el pater familias arroja unas habas negras de espaldas diciendo : "Yo arrojo estas habas, con ellas me salvo yo y los míos", sin volver la vista. Lo repite nueve veces y estimando que los Manes las recogen. El ritual lo describe Ovidio en su obra Fastos.


En las lápidas sepulcrales se encuentran las inscripciones DIS MANIBUS (D.M.), como fórmula de
consagración del difunto a los Manes divinos.
Todas las partes de la casa estaban bajo la protección de algún dios, como por ejemplo la puerta que se consagraba a Jano.



En cuanto a la purificación de las tierras, cosechas y ganado se hacían algunas ceremonias, como las ofrendas a Líber, en las Liberalia del 17 de marzo, con pastelillos de harina, aceite y miel, o a Pales, el 21 de abril, en las Parilia, cuando la casa y los establos se fumigaban con azufre y se hacían ofrendas de mijo y leche para su purificación. Para conseguir buenas cosechas se invocaba a Ceres con el sacrificio de una cerda, tortas y vino y para proteger al ganado se hacían ofrendas de harina, manteca y vino a Silvano.

Sileno ebrio, Museo del Louvre




jueves, 10 de octubre de 2013

La Villa de Materno, historia y mosaicos en el Carranque romano

La villa romana de Carranque se llama de Materno, debido al nombre que aparece en una inscripción del mosaico de Las  Metamorfosis, que se encontraba en el cubículo o dormitorio del propietario.


Maqueta de la Villa de Materno en Carranque realizada por su descubridor Samuel López


               La casa, de grandes dimensiones, es un cuadrado de cuarenta metros de lado, unos mil seiscientos metros cuadrados. Se accedía por un porche porticado sustentado por columnas de ladrillo, flanqueado por dos torreones cuadrados. Del porche se pasaba al recibidor, de planta circular,  y de éste a un pasillo o peristilo que rodeaba el patio central que también  se sustentaba por columnas de ladrillo.


Entrada a la villa con mosaico del Peristilo


 De sus estancias destacan tres: el cubículo de Materno, dormitorio  con antesala, en el que se encuentra el mosaico de Las Metamorfosis;  el oecus o gran salón de recepción de forma hexagonal y lados curvos, donde se muestra el mosaico de Aquiles y Briseida , al que se accede desde el peristilo, el cual se encuentra agrandado por un semicírculo o ábside con fontana que mantenía húmedo el mosaico de Océano.



Mosaico de Aquiles y Briseida en el oecus.


 A ambos lados unas salas octogonales podían hacer de bibliotecas. El  triclinium es  una habitación rectangular, con una exedra sobre un estrado, en el que se puede ver el mosaico de Adonis. Además de estas dependencias, existen varios cubículos, dependencias de servicio y una bodega.



Bodega junto al triclinium

                   La zona noble disponía de calefacción por hipocausto, que consistía en un horno exterior donde se calentaba el aire que pasaba por debajo del suelo, sustentado por pilastras, para salir por unos tubos cerámicos a modo de chimeneas. También disponía de agua corriente y desagüe.


Calefacción por hipocausto

                 La decoración del edificio era muy lujosa, con suelos decorados con mosaicos geométricos, florales o figurados. Las paredes se encontraban estucadas y pintadas con motivos geométricos y vegetales, incluso ha aparecido pintado un pajarillo.





Pintura con la figura de un pájaro y mosaico con peces en la Villa de Materno.



En la parte rústica se han hallado unas construcciones que servirían para la producción de aceite y vino en la villa. En una primera fase una sala cuadrangular albergaría una sala de prensado que podría incluir una prensa de viga y una sala pavimentada de opus signinum con dos cubetas que se utilizarían para la decantación del aceite. Al oeste se levantaba  un edificio cuadrangular con un espacio para pisar la uva, calcatorium, y sus respectivas cubetas, lacus, para recoger el mosto. Las tinajas para la posterior elaboración del vino no se han encontrado. A finales del siglo IV d.C. pudo haberse abandonado la producción de vino para dedicarse solo a la de aceite, por lo que algunas estructuras vinícolas se destinaron a la labor de prensar las aceitunas, trapetum.  Se construye además un pavimento de baldosas de barro cocido que se emplearía como tabulatum, superficie donde moler las aceitunas.
La villa se ubica junto al rio Guadarrama, en un entorno protegido, en el que abundan las aves, como las perdices o cernícalos, patos;  los conejos y vegetación de ribera, como fresnos, chopos, verdegueras y espadaña.

Río Guadarrama a su paso por el Parque Arqueológico de Carranque



jueves, 19 de septiembre de 2013

La cerámica de terra sigillata, lujo y artesanía en el hogar romano

Fragmento de terra sigillata, Museo de Palencia. Foto de Samuel López


La cerámica romana se caracterizaba principalmente por su utilidad y se utilizaban vasijas de arcilla sin barnizar para ánforas y dolia, y barnizadas para vajillas de mesa.

Plato de cerámica roja, Museo de Palencia. Foto de Samuel López

Durante los primeros tiempos, la vajilla romana de mesa se distingue por la sencillez propia de un pueblo campesino, pero las influencias helenísticas y orientales transforman las costumbres culinarias y los hábitos de mesa romanos, incrementándose el número de piezas de la vajilla, las formas y los materiales.

Las vajillas de cerámica, al fabricarse en todo el Imperio y ser accesibles a todas las clases sociales, no faltaron en ninguna mesa romana. En los hogares más humildes se utilizaban producciones simples, pero en los más prósperos eran habituales las cerámicas finas.

Plato de cerámica negra, Museo Arqueológico,
Barcelona. Foto de Samuel López
Coincidiendo con la creciente romanización del Mediterráneo aparece la cerámica campaniense o de barniz negro, derivada de la típica cerámica negra de los griegos.
En época de Augusto surge la terra sigillata, identificada como la vajilla de lujo romana de época altoimperial (s. I al III d.C.) así conocida por los sellos que se imprimían en ella con el nombre del fabricante y caracterizada por su brillante color rojo coral, con refinados diseños y decoración lisa o en relieve. Para su producción se realizaba un molde en arcilla refractaria, muy porosa, sin barnizar, de modo que absorbiese el agua de la pieza que se iba a realizar. Al interior del molde se le daba la forma elegida y con ayuda de un punzón, casi siempre por impresión, se practicaba la decoración deseada. En el interior del molde se presionaba la arcilla fresca contra las paredes. La nueva pieza, aún fresca, se sellaba con una matriz, aunque en algunos casos el sello ya estaba pergeñado en el propio molde. La pieza se completaba con bordes y pies hechos con plantillas, lo que contribuía a la celeridad del proceso y a la homogeneidad de las producciones. Una vez fabricada la pieza se dejaba desecar al aire libre durante una semana. Para proporcionar el típico color rojizo, se recurría a un barro colorante muy rico en hierro, luego se introducía en el horno con cochura oxidante, rica en oxígeno.

Fragmento de sigillata con sello de Tigranes, Museo de Palencia. Foto de Samuel López

A partir del año 50 d.C. se generaliza la producción de sigillata hispánica, con importantes talleres en la Bética (Andújar) y en el valle del Ebro (Tricio, en la Rioja). Se exporta a todas las provincias, ya que las vías de comunicación facilitan su comercialización.

Platos de sigillata clara, Museo de Jaén. Foto de Samuel López

Posteriormente empezaría la fabricación de la última familia de  cerámicas de lujo imperiales, la sigillata clara, cuyo uso se extenderá hasta el siglo VI d.C. A finales del siglo I d.C. La sigillata africana, con gran variedad de formas, tipos y técnicas productivas llegará a dominar todos los mercados hasta el final de la antigüedad clásica.

En los alfares locales se realizaba, sobre todo,  la cerámica común utilizada en la cocina y la despensa. La mayoría de los talleres (officinas) eran de pequeña extensión y como responsable de la producción estaba el officinator, que podía ser el maestro-alfarero o el propio dueño de una villa.

Ánforas de diferentes tipos, Museo Arqueológico de Tarragona. Foto de Samuel López