Mosaico de las Metamorfosis

Mosaico de las Metamorfosis

martes, 22 de octubre de 2013

Se reabre el Parque Arqueológico de Carranque el 23 de Octubre

El próximo 23 de Octubre se vuelve a abrir el Parque Arqueológico de Carranque.



El ayuntamiento de Carranque se hace cargo de la gestión del Parque, para abrirlo al público otra vez.
Por el momento su horario de apertura será de Miércoles a Domingo de 10.00 a 14.00 horas.
La visita guiada se hará con audioguías.

Mientras dure la exposición Domus. XXX Aniversario del Descubrimiento de la Villa Romana de Carranque, el Hotel Comendador organiza visitas al Parque guiadas por el descubridor de la villa, Samuel López, todos los sábados y domingos a las 12.00 horas. (Contacto: Tlf. 925 52 95 66; e-mail recepción@hotelcomendador.es)




La visita combinada del Parque Arqueológico y la exposición DOMUS permitirá tener una amplia visión de la vida diaria en una villa romana de finales del Imperio Romano. 

viernes, 18 de octubre de 2013

Exposición Domus




Con motivo del XXX aniversario del descubrimiento de la Villa Romana de Carranque, por Samuel López Iglesias, éste va a presentar una exposición sobre Las Villas Romanas y su actividad cotidiana en el Bajo Imperio que mostrará cómo vivían los habitantes de estas villas, mediante paneles expositivos, maqueta, audiovisuales y recreaciones de ambientes. También se enseñará cómo se produjo el descubrimiento y los restos encontrados hasta ahora en el Parque Arqueológico.  La exposición tendrá lugar el el Hotel Comendador de Carranque, Toledo a partir del 26 de Octubre hasta el 8 de Diciembre. La entrada es gratuita.
Durante el tiempo de la exposición se desarrollarán unas jornadas gastronómicas en el restaurante El Zaguán, con platos basados en la comida tradicional de aquella época.

INFORMACIÓN: Tlf. 925529566
                              e-mail: recepcion@hotelcomendador.es





El triclinium, espacio de encuentro y celebración en la domus

Triclinium de la Villa Ariadna, Stabia, Italia

Para los ricos aristócratas romanos el entretenimiento de amigos y clientes a la hora de la cena se convirtió en el principal foco de vida social. El triclinium o comedor donde se celebraban los banquetes se estableció como elemento indispensable para mostrar el status social y el nivel de bienestar del propietario. La decoración de la habitación, la provisión de los alimentos más exóticos, la calidad de las vajillas y recipientes para servir la comida y la cantidad de esclavos que atendían a los invitados, además de la oferta de entretenimiento durante la cena se alzaban como expresión de la riqueza y elegancia del dominus que invitaba.

Recreación de Triclinium en el Museo Arqueológico de Munich

Los triclinia elaborados como espacio de representación para recrear la vista e impresionar  acogían decoraciones pictóricas en los muros, techos abovedados o artesonados, y suelos de mosaico diseñados, a veces, para delimitar la ubicación de los lechos, en las zonas más visibles. 

Mosaico de Adonis en el triclinium de la Villa de materno en Carranque

Estas lujosas estancias podían estar sostenidas por columnas, protegidas por cristales o piedra especular, calentadas por hipocausto, o cubiertas con casetones que podían ser móviles y dejar caer sobre los invitados agradables sorpresas, como perfumes o flores. 
En las casa con peristilo, el triclinium se organizaba como un amplio espacio abierto hacia él, ocupando una posición central dentro del recinto ajardinado.

Triclinium de la Casa de Neptuno y Anfítrite, Herculano
En las casas o villas más grandes se podían encontrar triclinios de verano o invierno, emplazados en distintos lugar según la orientación de la casa. Algunas casas albergan espacios con dos o tres  lechos de obra sobre los que se disponían colchones para comodidad de los comensales. El arquitecto Vitruvio da consejos sobre la ubicación de estas habitaciones:

“Los triclinios de primavera y de otoño se orientarán hacia el este, pues, al estar expuestos directamente hacia la luz del sol que inicia su periplo hacia occidente, se consigue que mantengan una temperatura agradable, durante el tiempo cuya utilización es imprescindible. Hacia el norte se orientarán los triclinios de verano, pues tal orientación no resulta tan calurosa como las otras durante el solsticio, al estar en el punto puesto al curso del sol; por ello permanecen muy frescas, lo que proporciona un agradable bienestar”. (VI, 4)  

En muchas casas, sobre todo, en Pompeya se han encontrado triclinios en los jardines, protegidos por una pérgola, un toldo o un tejadillo, y normalmente, frente a una fuente.

“En la cabecera del hipódromo está el stibadium de blanquísimo mármol, cubierto por una pérgola que está sostenida por cuatro columnas de mármol caristio. Debajo del stibadium el agua sale a chorros, casi como expulsada por los que están sentados encima; el agua se recoge en un canal y pasa a rellenar una pila de fino mármol, regulada de modo invisible para que esté siempre llena y nunca se desborde. Las viandas de mayor peso, si las hay, se apoyan en el borde de la pila, mientras que las más ligeras se llevan flotando en barquitos o aves simuladas. Enfrente hay una fuente que lanza y recoge el agua mediante un juego de cañerías que primero la echa hacia arriba y luego la traga abajo para volver a elevarla después.” (Plinio, Epístolas, V, 6)

La disposición del comedor tradicional romano consistía  en tres lechos alrededor de una mesa donde los esclavos dejaban la comida que traían en bandejas. Los lechos de obra solían tener el lado hacia la mesa más elevado para facilitar la postura. La colocación de los invitados seguía un orden jerárquico muy estricto. Los invitados se tendían en oblicuo en el lecho, con el codo izquierdo apoyado sobre un cojín, y la mano derecha libre para comer. Se les lavaba los pies al entrar y se quitaban el calzado durante la cena. Algunos vestían un traje más ligero para la cena llamada synthesis. Ya en el imperio se impuso un lecho en forma de media luna, stibadium, en el que cabían alrededor de siete personas.

Stibadium del Canopo de Villa Adriana, Tívoli, Italia
En la villa de Materno en Carranque, se puede ver en el triclinium el mosaico de Adonis y una exedra en la cabecera de la sala.

Exedra del triclinium de la Villa de Materno, Carranque

martes, 15 de octubre de 2013

El lararium romano, culto doméstico a los dioses.



Pintura con lares, genio y ofrendas, Museo Arqueológico, Nápoles

El culto privado entre los romanos, vinculado a las fiestas de carácter agrícola y familiar, era competencia del ámbito doméstico, donde el pater familias actuaba como sacerdote.
Los lares familiares eran espíritus que cuidaban de la salud y prosperidad de la familia y su entorno doméstico, incluidos los esclavos. Se les representaba como adolescentes con el cuerno de la abundancia en una mano, con una pátera en la otra y vestidos con una túnica corta. Las figurillas se hacían de madera, hueso, bronce u otros materiales.
Lares de bronce, Museo arqueológico de Nápoles

 Se les hacía ofrendas y se les saludaba al salir y volver de un viaje. El romano dirigía al lar su plegaria de la mañana y en las comidas le reservaba una parte de cada plato. Se les guardaba en un  lararium o larario,  pequeña construcción en forma de nicho, con un techo y un frontón soportado por columnas, adosada a los muros de la casa. También se los representaba pintados en la pared. La ubicación del larariumsolía ser el peristilo o el atrio para que pudieran ser vistos con más facilidad.
“Lares de mis antepasados, sálvadme: vosotros sois los mismos
  Que me criaron, un chiquillo corriendo delante de vosotros.
  No sintáis vergüenza por estar hechos de madera antigua:
  Así erais cuando vivíais  en casa de mi abuelo.
 En aquellos tiempos se mantenía mejor la fe, cuando un dios de madera
Pobremente vestido, se guardaba en un estrecho nicho.”
(Tibulo, elegía 10, libro II)


El larariumalbergaba los lares, los penates, protectores de la despensa; el genio, espíritu tutelar del pater familias, representado como una serpiente o un hombre cubriendo su cabeza con la toga; los manes, espíritus de los antepasados familiares; además de otros dioses, como Fortuna o Mercurio, que las familias veneraban como protectores. Ante el larario se celebraban distintos ritos conmemorativos de acontecimientos familiares acompañados de banquetes, como el cumpleaños del pater familias que coincidía con la fiesta del genius; la presentación de la nueva esposa a los dioses familiares; el nacimiento de cada hijo varón al que se purificaba a los nueve días.

Lararium de Pompeya

Las ofrendas del larario eran variadas, pero principalmente consistían en flores y guirnaldas para decorarlo, vino para tomar en honor del genio, incienso, además de miel, perfumes, frutas, coronas de flores o pastelillos. El señor de la casa les dedica una plegaria: “Que este hogar sea para nosotros  una fuente de bienes, de bendición de felicidad y de buena suerte.” (Plauto, Los tres escudos)
Los Penates eran los espíritus protectores de la despensa y procuraban que no faltara el alimento. Se los llama dioses troyanos porque Eneas los trajo de Troya durante el periplo que le llevó a Roma. Se los representaba con estatuillas en forma de dos jóvenes sentados que sostienen una lanza. Al empezar las comidas el pater familias pronunciaba la frase “Que los dioses sean propicios” y echaba una parte de la comida al fuego del hogar que era su altar.

Lararium con Mercurio, Lares, Genio y dios Penate
El fuego del hogar estaba dedicado a la diosa Vesta y la mater familias atendía que no se apagase.
Los Manes eran los espíritus de los muertos, objeto de veneración y de terror porque salían para atormentar a los vivos. Los romanos pensaban que los espíritus podrían castigarles si no les rendían culto, por lo tanto se ocupaban de mantener las tumbas y ofrecer flores y alimentos como leche, miel, vino puro o huevos.
Por ello se hacían ritos nocturnos de purificación para alejarlos. Durante la Lemuria nocturna, el pater familias arroja unas habas negras de espaldas diciendo : "Yo arrojo estas habas, con ellas me salvo yo y los míos", sin volver la vista. Lo repite nueve veces y estimando que los Manes las recogen. El ritual lo describe Ovidio en su obra Fastos.


En las lápidas sepulcrales se encuentran las inscripciones DIS MANIBUS (D.M.), como fórmula de
consagración del difunto a los Manes divinos.
Todas las partes de la casa estaban bajo la protección de algún dios, como por ejemplo la puerta que se consagraba a Jano.



En cuanto a la purificación de las tierras, cosechas y ganado se hacían algunas ceremonias, como las ofrendas a Líber, en las Liberalia del 17 de marzo, con pastelillos de harina, aceite y miel, o a Pales, el 21 de abril, en las Parilia, cuando la casa y los establos se fumigaban con azufre y se hacían ofrendas de mijo y leche para su purificación. Para conseguir buenas cosechas se invocaba a Ceres con el sacrificio de una cerda, tortas y vino y para proteger al ganado se hacían ofrendas de harina, manteca y vino a Silvano.

Sileno ebrio, Museo del Louvre




jueves, 10 de octubre de 2013

La Villa de Materno, historia y mosaicos en el Carranque romano

La villa romana de Carranque se llama de Materno, debido al nombre que aparece en una inscripción del mosaico de Las  Metamorfosis, que se encontraba en el cubículo o dormitorio del propietario.


Maqueta de la Villa de Materno en Carranque realizada por su descubridor Samuel López


               La casa, de grandes dimensiones, es un cuadrado de cuarenta metros de lado, unos mil seiscientos metros cuadrados. Se accedía por un porche porticado sustentado por columnas de ladrillo, flanqueado por dos torreones cuadrados. Del porche se pasaba al recibidor, de planta circular,  y de éste a un pasillo o peristilo que rodeaba el patio central que también  se sustentaba por columnas de ladrillo.


Entrada a la villa con mosaico del Peristilo


 De sus estancias destacan tres: el cubículo de Materno, dormitorio  con antesala, en el que se encuentra el mosaico de Las Metamorfosis;  el oecus o gran salón de recepción de forma hexagonal y lados curvos, donde se muestra el mosaico de Aquiles y Briseida , al que se accede desde el peristilo, el cual se encuentra agrandado por un semicírculo o ábside con fontana que mantenía húmedo el mosaico de Océano.



Mosaico de Aquiles y Briseida en el oecus.


 A ambos lados unas salas octogonales podían hacer de bibliotecas. El  triclinium es  una habitación rectangular, con una exedra sobre un estrado, en el que se puede ver el mosaico de Adonis. Además de estas dependencias, existen varios cubículos, dependencias de servicio y una bodega.



Bodega junto al triclinium

                   La zona noble disponía de calefacción por hipocausto, que consistía en un horno exterior donde se calentaba el aire que pasaba por debajo del suelo, sustentado por pilastras, para salir por unos tubos cerámicos a modo de chimeneas. También disponía de agua corriente y desagüe.


Calefacción por hipocausto

                 La decoración del edificio era muy lujosa, con suelos decorados con mosaicos geométricos, florales o figurados. Las paredes se encontraban estucadas y pintadas con motivos geométricos y vegetales, incluso ha aparecido pintado un pajarillo.





Pintura con la figura de un pájaro y mosaico con peces en la Villa de Materno.



En la parte rústica se han hallado unas construcciones que servirían para la producción de aceite y vino en la villa. En una primera fase una sala cuadrangular albergaría una sala de prensado que podría incluir una prensa de viga y una sala pavimentada de opus signinum con dos cubetas que se utilizarían para la decantación del aceite. Al oeste se levantaba  un edificio cuadrangular con un espacio para pisar la uva, calcatorium, y sus respectivas cubetas, lacus, para recoger el mosto. Las tinajas para la posterior elaboración del vino no se han encontrado. A finales del siglo IV d.C. pudo haberse abandonado la producción de vino para dedicarse solo a la de aceite, por lo que algunas estructuras vinícolas se destinaron a la labor de prensar las aceitunas, trapetum.  Se construye además un pavimento de baldosas de barro cocido que se emplearía como tabulatum, superficie donde moler las aceitunas.
La villa se ubica junto al rio Guadarrama, en un entorno protegido, en el que abundan las aves, como las perdices o cernícalos, patos;  los conejos y vegetación de ribera, como fresnos, chopos, verdegueras y espadaña.

Río Guadarrama a su paso por el Parque Arqueológico de Carranque



jueves, 19 de septiembre de 2013

La cerámica de terra sigillata, lujo y artesanía en el hogar romano

Fragmento de terra sigillata, Museo de Palencia. Foto de Samuel López


La cerámica romana se caracterizaba principalmente por su utilidad y se utilizaban vasijas de arcilla sin barnizar para ánforas y dolia, y barnizadas para vajillas de mesa.

Plato de cerámica roja, Museo de Palencia. Foto de Samuel López

Durante los primeros tiempos, la vajilla romana de mesa se distingue por la sencillez propia de un pueblo campesino, pero las influencias helenísticas y orientales transforman las costumbres culinarias y los hábitos de mesa romanos, incrementándose el número de piezas de la vajilla, las formas y los materiales.

Las vajillas de cerámica, al fabricarse en todo el Imperio y ser accesibles a todas las clases sociales, no faltaron en ninguna mesa romana. En los hogares más humildes se utilizaban producciones simples, pero en los más prósperos eran habituales las cerámicas finas.

Plato de cerámica negra, Museo Arqueológico,
Barcelona. Foto de Samuel López
Coincidiendo con la creciente romanización del Mediterráneo aparece la cerámica campaniense o de barniz negro, derivada de la típica cerámica negra de los griegos.
En época de Augusto surge la terra sigillata, identificada como la vajilla de lujo romana de época altoimperial (s. I al III d.C.) así conocida por los sellos que se imprimían en ella con el nombre del fabricante y caracterizada por su brillante color rojo coral, con refinados diseños y decoración lisa o en relieve. Para su producción se realizaba un molde en arcilla refractaria, muy porosa, sin barnizar, de modo que absorbiese el agua de la pieza que se iba a realizar. Al interior del molde se le daba la forma elegida y con ayuda de un punzón, casi siempre por impresión, se practicaba la decoración deseada. En el interior del molde se presionaba la arcilla fresca contra las paredes. La nueva pieza, aún fresca, se sellaba con una matriz, aunque en algunos casos el sello ya estaba pergeñado en el propio molde. La pieza se completaba con bordes y pies hechos con plantillas, lo que contribuía a la celeridad del proceso y a la homogeneidad de las producciones. Una vez fabricada la pieza se dejaba desecar al aire libre durante una semana. Para proporcionar el típico color rojizo, se recurría a un barro colorante muy rico en hierro, luego se introducía en el horno con cochura oxidante, rica en oxígeno.

Fragmento de sigillata con sello de Tigranes, Museo de Palencia. Foto de Samuel López

A partir del año 50 d.C. se generaliza la producción de sigillata hispánica, con importantes talleres en la Bética (Andújar) y en el valle del Ebro (Tricio, en la Rioja). Se exporta a todas las provincias, ya que las vías de comunicación facilitan su comercialización.

Platos de sigillata clara, Museo de Jaén. Foto de Samuel López

Posteriormente empezaría la fabricación de la última familia de  cerámicas de lujo imperiales, la sigillata clara, cuyo uso se extenderá hasta el siglo VI d.C. A finales del siglo I d.C. La sigillata africana, con gran variedad de formas, tipos y técnicas productivas llegará a dominar todos los mercados hasta el final de la antigüedad clásica.

En los alfares locales se realizaba, sobre todo,  la cerámica común utilizada en la cocina y la despensa. La mayoría de los talleres (officinas) eran de pequeña extensión y como responsable de la producción estaba el officinator, que podía ser el maestro-alfarero o el propio dueño de una villa.

Ánforas de diferentes tipos, Museo Arqueológico de Tarragona. Foto de Samuel López

miércoles, 11 de septiembre de 2013

El Mito de Adonis

Mosaico de Adonis, Triclinium, Villa de Carranque

El tema central del mosaico del triclinium de la Villa de Carranque es el mito de Adonis. Este héroe, representado como un joven desnudo empuñando una lanza, se enfrenta a un jabalí. Los dioses Marte y Venus presencian la lucha mortal en la parte superior del mosaico.

Marte y Venus, mosaico  Villa de Carranque


Titurus, perro de caza, mosaico Villa de Carranque

Complementando la escena aparecen dos perros de caza persiguiendo un jabalí. Probablemente fueran propiedad del dueño de la villa, que los hizo representar con sus nombres. Una liebre, una perdiz y plantas representativas del entorno completan la interrelación entre el gusto artístico del propietario por la mitología clásica y la rutina de la vida rústica en una villa.


Según cuenta la mitología, Afrodita  (Venus) se había vengado de Esmirna, convirtiéndola en el árbol de la mirra, de la cual nace Adonis. Afrodita, lo recoge y se lo confía a Perséfone (Proserpina). Cuando Afrodita quiere recuperarlo, Perséfone se niega a entregarlo. Zeus decide que viva un tercio del año con cada una, y el otro Adonis decide pasarlo con Afrodita.


Detalle de mosaico con Adonis, 
Villa Romana de Carranque
Adonis es un bello joven que no conoce el miedo y por ello ignora las advertencias de Afrodita para que no se exponga a los peligros de perseguir bestias salvajes y sale a cazar. Perséfone, enojada porque Afrodita disfrute de Adonis el doble de tiempo que ella, se queja a Ares, el amante de Afrodita. Este, celoso, se transforma en jabalí e hiere mortalmente a Adonis. En el lugar donde caen las gotas crecen anémonas rojas.

Al morir, Adonis debería haber permanecido en el inframundo, con Perséfone, pero Zeus concede a Afrodita que regrese con ella durante cuatro meses en verano.
En la mitología griega Adonis, eternamente joven, simbolizaba la muerte y la renovación anual de la vegetación y su celebración estaba vinculada al calendario agrícola.

El mito de Adonis no solo se transmite en el mundo clásico sino que pervive a lo largo de los siglos, donde encontramos ejemplos en la escultura, pintura, literatura y música.


Adonis agonizante, sarcófago etrusco, Museos Vaticanos

Lope de Vega trató el tema en sus poesías y tragedias.

"Bellísimo mancebo,
Envidia de los hombres, y por dicha
Del mismo hermoso Febo,
Bien te pronosticaba esta desdicha.
Mas, ¿qué voz o qué espejo
A la primera edad  dará consejo?
Mas pues que los amores
Pocas veces nos rinden mejor fruto
De sus hermosas flores.
Memoria de tu muerte y de mi luto
Quedará desta forma.
Tu cuerpo en flores mi dolor transforma".

Venus y Adonis, Tiziano

sábado, 7 de septiembre de 2013

Trigo y pan, alimentos básicos en la villa romana

Retrato del verano, Mosaico de Baco, Complutum, 
Museo Regional de Madrid, Alcalá de Henares

Hispania era una de las provincias que más cereal producía en el Imperio, únicamente superada por Egipto y el Norte de Africa. El cereal era la dieta básica del ejército romano.
La agricultura de secano se basó fundamentalmente en cereales como el trigo, y, en menos proporción, cebada, avena e incluso mijo.
Los tratados de agricultura aconsejaban sobre cómo preparar la tierra según el tipo de suelo, las especies de granos, las tareas que debían hacerse tras la siembra, los métodos para segar y trillar, cómo almacenar y conservar el grano y las horas de trabajo necesarias para la faena.
El producto de la cosecha se destinaba al consumo, a la venta, al pago de impuestos y a la reserva para periodos de escasez.
Para mejorar el rendimiento de la tierra se cavaban zanjas de drenaje en terrenos pantanosos y se fumigaba para luchar contra las plagas.


 "¿Qué voy a decir de aquel que cuando ha echado la semilla sigue pegado a la tierra y allana los montones de arena demasiado gruesa, y luego  mete el agua por las acequias que la llevan a los sembrados, y cuando el campo abrasado se retuerce con el trigo moribundo, he ahí que desvía desde la altura el agua de un canal en pendiente? (Virgilio, Geórgicas, L. I)

Para cavar se utilizaban las azadas y azadones, para arar la tierra se utilizaba el arado tirado por bueyes y  la siega se realizaba con hoces. El contacto con los bárbaros provocó la incorporación de nuevos aperos como rastrillos, horcas de metal y guadañas de mango corto.

"Hay que hablar también de las armas de que disponen los duros campesinos, sin las cuales no puede sembrarse ni alzarse las cosechas. En primer lugar, la reja y la pesada robustez del arado corvo; las carretas de lento rodar de la madre eleusina, los trillos, traíllas y rastrillos de peso descompasado." (Virgilio, Geórgicas, L I)

Dolia para cereales, Museo Arqueológico de Tarragona
Las espigas podían ser directamente almacenadas, o bien se separaba el grano de la paja en eras a cielo abierto, o cerradas, en zonas más húmedas, donde se aventaba y trillaba con una  plancha de madera con lascas de piedra o metal, el trillo, tirado por animales o se hacía pisotear por caballos o bueyes.  El grano se guardaba en recipientes cerámicos, en silos excavados bajo tierra y en graneros. La paja alimentaba al ganado.

La molienda del cereal se efectuaba en molinos rotatorios, pequeños y domésticos, accionados por una persona, o molinos de gran tamaño, movidos por asnos y mulos y donde se molturaban grandes cantidades de grano.


Molino para el grano, Museo Arqueológico de Barcelona

Para asegurar que los campos rendirían la cosecha deseada se celebraban varias fiestas buscando la protección de los dioses. En Mayo tenía lugar la fiesta de la lustración del campo o Ambarvalia, en honor de Ceres, para proteger las siembras.


"Toda la juventud del campo junta debe adorar a Ceres contigo; diluye tú en su honor panales de miel con leche y vino dulce. Marche tres veces por las cosechas nuevas la víctima propiciatoria, acompañada del coro entero de tus compañeros en fiesta, que a gritos llamarán a Ceres al interior de las casas. Y que nadie meta la hoz a las espigas maduras hasta que con las sienes ceñidas con una vareta retorcida de encina ejecute unos pasos improvisados en honor de Ceres, y le cante canciones".(Virgilio, Geórgicas, L I)


El pan era un alimento básico entre los antiguos romanos,  que usaron mucho tiempo la hogaza sin levadura acompañada de queso, aceitunas o huevos.

Detalle de pintura pompeyana con pan
La puls era una especie de gachas hecha de  harina, sal, leche, miel, legumbres y, si la había, carne en tropezones o salchicha. Se cocía con agua y se removía hasta que estaba lista la mezcla. Era un plato típico de los primeros tiempos de Roma, y si se hacían con cebada, polenta, se trataba de alimentos para pobres y esclavos.

El primer trigo, la espelta,  se chamuscaba previamente a su uso, para descascarillarlo mejor e impedir, de paso, su fermentación.
El pan solía comerse untado o disuelto en vino, agua, sopa o salsa, porque casi siempre estaba duro debido a la baja calidad de la levadura, que se elaboraba con mosto de uva durante la vendimia.
Durante la República, comer pan blanco  de harina candeal se consideraba un lujo solo disponible para los ricos. Los campesinos usaron panes con harinas de castañas o bellotas a los que se añadían habas, lentejas o pasas.

Pan quemado por la lava del Vesubio, Pompeya
El pan se cocinaba en un horno (panis furnaceus) o se cocía bajo ceniza (focacius), o bien se untaba la masa en las paredes externas de un vaso de barro o metal previamente puesto al rojo (panis clibanicus). La forma redonda con 4 ó 8 incisiones para facilitar su cocción y división era la más frecuente.
El pan se utilizaba en ritos religiosos y ofrendas, como el panis farreus, hecho con tosca harina de espelta para ser compartido por la novia y el novio en su noche de bodas. En los banquetes pasaban los esclavos repartiendo panecillos entre los comensales.

“Fíjate con qué rezongos te alarga otro un pan mal troceado, mendrugos ya mohosos de harina apelmazada que hacen tambalearse a tus dientes sin que logren morder. En cambio el tierno y blanco y amasado con suave flor de harina se reserva para el dueño.”





viernes, 6 de septiembre de 2013

Familia rústica, trabajadores de la villa

Mosaico de la Iglesia de Priest John, Nebo, Jordania



Los trabajadores del fundus que estaban al servicio de un propietario formaban la familia rustica y estaban a cargo de un capataz que transmitía las órdenes del dueño y dirigía las tareas del campo.
El vilicus de una villa era el encargado de dirigir las tareas agrícolas en el fundus en ausencia del propietario. Debía ser un hombre robusto y no muy joven que hubiese trabajado en las labores del campo y que supiese de ellas.

“Que supervise todos los trabajos para que conozca cómo se hacen; que él mismo los realice a veces sin llegar a cansarse. Comportándose así, conocerá las potencialidades de los esclavos de la villa y ellos a su vez trabajarán con más entusiasmo; si hace esto, tendrá menos ganas de andar paseando, se encontrará más fuerte y dormirá mejor.” (Catón, Sobre Agricultura, V)

El vilicus debía observar una buena conducta, guardar los días festivos, respetar lo ajeno, cuidar lo propio, ser entendido en las faenas agrícolas, y no fatigarse rápidamente. Debía  procurar el bienestar de los esclavos, y en caso de conflicto entre ellos juzgar y sentenciar sus disputas. También vigilaba que se cumpliese con el poder público, así como las órdenes del dueño, y por ello tenía que inspeccionar personalmente cada actividad. Presentaba las cuentas al propietario, sin gastar demasiado. Se comportaría como un buen vecino, pero no se relacionaría con demasiada gente. No podía consultar a augures o adivinos.
Debía comer a la vista de los esclavos y lo mismo que ellos para asegurarse de que los alimentos estuvieran en buenas condiciones.


Mujer con cántaro, Museo de los Mosaicos, 
Estambul

La vilica, compañera del vilicus, tenía que ser una mujer responsable y sumisa ante él.  Debía  encargarse de mantener la villa limpia, preparar la comida al vilicusy al resto de esclavos, procurar que no faltasen los alimentos, preparar las conservas, y hacer una buena harina. Distribuía las ropas entre los esclavos  y participaba en el hilado y tejido. En las festividades debía  depositar en el fuego del hogar una corona y hacer ofrendas  al lar familiar. Asimismo participaría en tareas del campo,  como la vendimia, por lo que debería estar dotada de fuerza física.

“Mientras tanto la esposa, aliviando el largo trabajo con el canto, recorre la tela con el peine fino, o cuece en el fuego el licor del dulce mosto y despuma con hojas las oleadas de la caldera temblorosa.” (Virgilio, Geórgicas, L.I)

En el caso de grandes propiedades las labores estarían repartidas entre más esclavos y esclavas, y la vilica se dedicaría generalmente a la supervisión.

Los esclavos en las grandes posesiones del campo estaban bajo el control del vilicus, que distribuía las tareas en función de la fuerza física de cada uno. Los más fuertes a los campos, los más débiles a los viñedos.

“Las viñas requieren hombres anchos y membrudos, más que altos, pues esa constitución resulta más apropiada para la cava, la poda y demás labores de la viticultura.” (Columela, De La Agricultura, L. I)


Mosaico de Lot y Procopius, Nebo, Jordania

Trabajaban largas horas y su trabajo era muy duro. Sufrían castigos y, a veces, eran encadenados. Estaban bajo el dominio del propietario, no podían tener propiedades, ni casarse, aunque se les permitía tener relaciones en contubernium, relaciones sin legalizar. Podían ahorrar su peculium, con el que podían terminar comprando su libertad. Se les proporcionaba ropa y alimentos y algunos autores recomendaban ser pacientes y generosos con sus esclavos para que rindieran más.

Veo también que ellos acometen entonces con mayor gusto el trabajo sobre el que se les ha consultado  y se ha emprendido por su propio consejo.”(Columela, De la Agricultura, L I)


Mosaico de Lot y Procopius, Nebo, Jordania
Durante el  Imperio, la creciente falta de mano de obra esclava y la mejora de sus condiciones de vida provocaron que el trabajo en  las tierras de los grandes propietarios absentistas pasara  a ser desempeñado por colonos, personas libres que trabajaban la tierra de otro a quien pagaban la cantidad convenida en un contrato;  estaban vinculados al fundo y no podían abandonar la hacienda. Para que el colono tuviera tiempo de amortizar las inversiones para mejorar la finca, el dueño, ya a finales del Imperio se comprometía a prorrogar el contrato y arrendar la tierra a perpetuidad.
“Ni tampoco debe el dueño hacer valer con insistencia su derecho en cada una de las obligaciones del colono, tales como el cumplimiento de las fechas de pago o la exigencia de leña y demás pequeños servicios cuyo cuidado ocasiona a los labriegos mayor molestia que gasto.” (Columela, De la Agricultura,  I)

Para seguir manteniendo esclavos se recurría a criar niños abandonados, estimular a las esclavas para tener hijos, aceptar personas libres que por una condena se convertían en esclavos o  conceder la libertad al esclavo aún joven para emplearlo como liberto.


Pintura, Museo Nazionale Romano