Mosaico de las Metamorfosis

Mosaico de las Metamorfosis

lunes, 2 de septiembre de 2013

Conociendo nuestros antepasados prerromanos, los carpetanos


Los que habitan en los escarpes contiguos al río Tajo


Fotos tomadas en la exposición Los Ultimos Carpetanos, Museo Arqueológico Regional de Madrid, Alcalá de Henares. Ilustraciones Arturo Asensio

El área carpetana se extendía por un territorio que comprendía una parte importante de la actual Meseta Sur. Plinio cita que los carpetanos se asentaban junto al río Tajo. 
Era una zona con gran influencia céltica, pero por su ubicación, especial para la comunicación entre diferentes zonas peninsulares, se produce durante la segunda Edad del Hierro un proceso de implantación progresiva de la cultura íbera.
Los poblamientos del área carpetana se establecían principalmente en lugares elevados y fácilmente defendibles que dominaban valles y territorios de importancia estratégica. Muchas de las ciudades carpetanas se hallaban asentadas en riscos y escarpaduras con cuevas naturales o artificiales.
“Pero más que ninguna de sus acciones en la guerra fue admirada la que mantuvo frente a los llamados caracitanos. Son un pueblo que habita al otro lado del río Tajo, pero no en ciudades ni aldeas, sino en una colina de gran tamaño y elevada que contiene cavernas y concavidades en las rocas, que miran al norte.”(Plutarco, Sertorio, 17)

 Sin embargo, la inestabilidad provocada por los romanos y cartagineses, desde finales del siglo III a.C. hace que la población se vea en la necesidad de agruparse y buscar refugio en grandes castros defensivos.

Carpetania fue una región de paso de las grandes vías romanas que atravesaban la Meseta para comunicar todos los puntos de la Península Ibérica. Como los carpetanos son un grupo de gentes con lazos culturales comunes, pero sin cohesión política, sus ciudades, ante la imposibilidad de hacer frente al invasor romano, se convirtieron muy pronto en sus aliadas, o bien adoptaron una postura neutral que permitiera el paso libre y el asentamiento romano en la región.
Con el dominio romano llegó un influjo cultural nuevo, que fue infiltrándose entre la sociedad indígena. Los núcleos urbanos fueron un medio apropiado para la penetración de la romanidad, favorecida por las élites locales, que buscaban todas las ventajas de las formas de vida romanas, y que, con el tiempo, serían quienes reclamaran también un nuevo status jurídico para sus ciudades, hasta que se convirtieran en municipios.
El proceso de promoción jurídica municipal significaba el cambio a nuevas instituciones, construcciones, organización del culto imperial, todo según modelo romano; las posibilidades de promoción social que la municipalización aportaría a algunos individuos, harían que éstos se convirtieran en fieles aliados que impulsaran el proceso romanizador. Paralelo a este proceso, se observa un mantenimiento de determinadas estructuras indígenas, por ejemplo la onomástica prerromana.
En el siglo II d.C. aumenta el número de hispanos con nombres, indígenas o latinos que rinden culto a dioses romanos, como resultado de un fenómeno de sincretismo que acaba por sustituir muchas divinidades indígenas por otras romanas con las que se identifican.

La ciudad de Toletum era en época prerromana centro de un rico territorio en el valle del Tajo y punto estratégico dentro de las comunicaciones en la Meseta Sur. Por encontrarse en una zona fértil, mantiene su carácter agrícola en época prerromana.
En el año 192 a.C. la ciudad es tomada por M. Fulvio Nobilior, pero este asentamiento indígena se convertirá en municipio en época romana. Ya en época republicana se había instalado una ceca para acuñar moneda. Su importancia se debe a estar situada la ciudad en un  cruce de vías, una de Emérita a Caesaraugusta y otra de Laminium a Toletum.

En el área carpetana el potencial cerealístico debió ser importante, debido al carácter llano del territorio y a las facilidades de irrigación de cursos fluviales como los del Tajo, Henares o Jarama. En 146 a.C. Viriato saqueó la Carpetania a la que se definía como un país rico, al parecer agrícola (con olivos incluidos) ya que Viriato exigió el valor de las cosechas bajo amenazas de destruirlas.




Plinio cita la bellota como principal recurso de muchos pueblos peninsulares cuando escaseaban los cereales, obteniendo una vez molida una especie de pan. Junto a su papel complementario en la dieta humana, no puede descartarse también su utilización en la alimentación del ganado porcino. Su uso viene de la abundancia de encinares extendidos por toda la península.


La miel sería un constituyente de la dieta de los carpetanos, por lo que la apicultura supondría una de las actividades primordiales del poblado; así como la recolección de frutos silvestres.
Las ovejas y cabras suministrarían carne, leche y lana. El caballo sería utilizado por los nobles de las élites prerromanas como símbolo de riqueza y status, además de como medio de transporte.
Debido a los espesos bosques se dedicarían a la caza mayor, jabalí y especialmente el ciervo. En cuanto a la caza menor el conejo y la liebre supondrían una fuente continua de alimento. Y es de suponer que la pesca formaría parte de las actividades para conseguir alimento.

Cerámica carpetana
Los restos cerámicos encontrados en los yacimientos muestran que debió haber contactos e intercambios comerciales. Se ha hallado cerámica griega, de barniz rojo y de tradición celtibérica.
La cerámica carpetana se distingue por la utilización del  torno de alfarero, de pasta clara, anaranjada o rojiza con motivos decorativos pintados o estampillados. Característica es la decoración jaspeada, aplicada a brocha, que pretende imitar la madera. Se hacían herramientas,  adornos y armas de guerra en hierro.    

La vivienda carpetana estaba destinada a ser un espacio tanto doméstico como de producción artesanal. Los carpetanos construían sus edificaciones levantando sobre el suelo un pequeño zócalo de piedras unidas con barro que permitía aislar las paredes de la humedad. Sobre éste se levantaban paredes de adobe o tapial, a veces enfoscadas, en el interior. Las cubiertas de los edificios se construían a base de entramados vegetales que se cohesionaban e impermeabilizaban con arcilla y tierra, y los suelos de las viviendas estaban formados con tierra apisonada. Se han encontrado hogares con fosas empleadas como almacenes, o soportes para estructuras perecederas relacionadas con la molienda, la cestería o el tejido.




Los carpetanos adorarían a varios dioses representantes de las fuerzas de la naturaleza y de la tierra, probablemente con gran influencia céltica. Darían gran importancia a los árboles, bosques y fuentes de agua y, es posible que los consideraran sagrados. Es posible que participaran en rituales para propiciar la fertilidad de los campos, encarnada en alguna diosa principal.

Medusa de Titulcia, Plato de ofrendas

Por las descripciones de geógrafos de la antigüedad los habitantes de esta región vestirían ropas oscuras y ásperas de lana, con las piernas cubiertas de grebas hechas con pelo animal.
En cuanto a los ritos funerarios, se sabe que no enterraban a los muertos, sino que los incineraban en un altar, llamado ustrinum. Después recogían los huesos y los metían en una urna, que enterraban junto a un ajuar. Cuando morían los guerreros, los colocaban en círculos y los dejaban expuestos a los buitres, en la posible creencia de que así se trasladarían al cielo junto a los dioses. A los niños, mientras no hubieran cumplido con los ritos de pertenencia al grupo, se los enterraba bajo el suelo de la casa. 

Reconstrucción de casa carpetana, Miralrío

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